Comunicación y postmodernidad  
Maria de los Angeles Pérez Pérez  
Alejandro del Cristo Rodríguez Morell  
Félix Germán Álvarez Téllez  
Volumen: 14  
Número: 4  
Recepción: 28/05/2022 Aprobado: 30/09/2022  
Comunicación y postmodernidad  
Communication and postmodernity  
Maria de los Angeles Pérez Pérez1 (mariapp@ult.edu.cu) (https://orcid.org/0000-0002-  
5886-7008)  
Alejandro del Cristo Rodríguez Morell2 (alejandrorm@ult.edu.cu) (https://orcid.org/0000-  
Resumen  
El artículo refiere el declive del período histórico de la modernidad a partir de que ese  
proyecto no alcanzó sus objetivos de progreso, emancipación y bienestar para la  
humanidad, por lo que fue sustituido por la postmodernidad. Se analiza la relación entre  
la comunicación y la época postmoderna que se inicia aproximadamente en la segunda  
mitad del siglo XX y se extiende hasta la actualidad. Se detalla como el desarrollo  
exponencial de la comunicación, de las nuevas tecnologías de la comunicación e  
información (TICs) y el acelerado ritmo de crecimiento de Internet conllevaron al  
surgimiento de la llamada sociedad de la información y el conocimiento.  
Palabras claves: comunicación, postmodernidad, posverdad, guerra de cuarta  
generación.  
Abstract  
The article refers to the decline of the historical period of modernity since this project did  
not achieve its objectives of progress, emancipation and welfare for humanity, and was  
replaced by postmodernity. The relationship between communication and the  
postmodern era, which began approximately in the second half of the 20th century and  
extends to the present day, is analyzed. It details how the exponential development of  
communication, the new information and communication technologies (ICTs) and the  
accelerated pace of growth of the Internet led to the emergence of the so-called  
information and knowledge society.  
Key Words: communication, postmodernity, post-truth, fourth generation warfare.  
1
Master en Ciencias de la Comunicación. Prof. Asistente carrera Comunicación Social. Universidad de Las Tunas.  
Cuba.  
2
Máster en Ciencias de la Comunicación. Prof. Auxiliar carrera Comunicación Social y secretario del Comité  
Académico de la Maestría en Ciencias de la Comunicación. Universidad de Las Tunas. Cuba.  
3
Máster en Ciencias de la Comunicación. Prof. Auxiliar carrera Comunicación Social y coordinador de la Maestría  
en Ciencias de la Comunicación. Universidad de Las Tunas. Cuba.  
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Maria de los Angeles Pérez Pérez  
Alejandro del Cristo Rodríguez Morell  
Félix Germán Álvarez Téllez  
Volumen: 14  
Número: 4  
Recepción: 28/05/2022 Aprobado: 30/09/2022  
Tránsito a la postmodernidad  
Vivimos en un cambio de época a la cual muchos intelectuales y filósofos llaman el  
pasaje de la modernidad a la posmodernidad. Modernidad y posmodernidad hacen  
referencia a dos corrientes de pensamiento que se fundamentan en la crítica histórica y  
la propuesta de nuevos valores sociales. No deben confundirse los términos  
modernidad y posmodernidad con modernismo y posmodernismo. Los primeros  
abarcan periodos históricos amplios con sus características políticas, sociales,  
económicas y otras. Los segundos se refieren a corrientes estéticas en la literatura, las  
artes y la arquitectura.  
La modernidad, precedente de la posmodernidad tiene sus antecedentes en el  
Renacimiento europeo y se consolida en el siglo XVIII durante la Ilustración, al  
materializarse sus propuestas a la luz de los cambios políticos, económicos, sociales y  
culturales que tuvieron lugar en esa época. La modernidad promovía la individualidad,  
el uso de la razón, la protección de los derechos de los ciudadanos y un nuevo orden  
político que fue clave para la reorganización de las estructuras del poder en Europa, al  
introducir conceptos como el Estado-Nación y la separación de poderes.  
Al respecto Rodríguez, Pérez y Morales (2019) señalan:  
La concepción moderna es antropocéntrica. asentada en la razón, el saber y la  
capacidad de transformar el mundo, cambiando de una actitud contemplativa de la  
naturaleza hacia el develamiento del conocimiento y el estudio científico; se rompen los  
viejos cánones de la etapa feudal y surge una sociedad basada en los ideales de  
justicia, libertad, igualdad y fraternidad. (p. 116)  
La Posmodernidad es un movimiento surgido en la segunda mitad del siglo XX que se  
basa en la crítica de la modernidad y en la convicción de que la misma fracasó en tanto  
que la idea de progreso a través de conocimiento no es suficiente para alcanzar el  
bienestar de la sociedad.  
El presente artículo se orienta a establecer la relación entre los acontecimientos  
históricos de la época postmoderna y su influencia en las transformaciones  
comunicológicas que la caracterizan.  
El análisis de las características de la comunicación en la posmodernidad se realizó  
mediante una revisión bibliográfica que incluyó autores como Cecilia Rodríguez  
Dorantes, José Ignacio Niño González, Mario Barquero Cabrero, Enrique García  
García, Mario Souza y Machorro, Antonio Roveda Hoyos Ricardo Diviani, Pedro  
Santander Molina, Néstor Kohan, José Hernández Rubio.  
Postmodernidad  
El término posmodernidad se popularizó a partir de la publicación en 1979 del libro La  
condición postmoderna del filósofo y sociólogo francés Jean-François Lyotard. Aunque  
no existe una fecha exacta de inicio de la posmodernidad, se considera la caída del  
muro de Berlín en 1989 como el clímax de la posmodernidad. Tras la desintegración de  
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la URSS, la caída del campo socialista y el fin de la Guerra Fría, teniendo como máximo  
símbolo la caída del muro de Berlín, se hace evidente el fin de la era bipolar. Esto  
produce como consecuencia la cristalización de un nuevo paradigma, cuyo máximo  
exponente social, político y económico es la globalización.  
La idea central de la postmodernidad es que la renovación radical de las formas  
tradicionales en el arte, la cultura, el pensamiento y la vida social impulsada por el  
proyecto modernista fracasó en su intento de lograr la emancipación de la humanidad y  
de que un proyecto semejante es imposible o inalcanzable en las condiciones actuales.  
La postmodernidad defiende la hibridación, la cultura popular, el descentramiento de la  
autoridad intelectual y científica y la desconfianza ante los grandes relatos que presenta  
la sociedad en la actualidad.  
Lyotard, representante clásico del postmodernismo considera que  
La historia occidental es inconsistente a la luz del proyecto moderno de emancipación,  
que los occidentales han experimentado una pérdida de confianza hacia el principio del  
progreso general, que se basaba en la certeza de que el desarrollo del arte, la  
tecnología, el conocimiento y las libertades sería beneficioso, y que las iniciativas, los  
descubrimientos y las instituciones gozaban de cierta legitimidad en la medida en que  
contribuían a la emancipación de la humanidad. (citado por Rodríguez, 1993, p. 52)  
Postmodernidad y comunicación  
La posmodernidad es una continuidad de algunos aspectos del pensamiento moderno,  
pero es también discontinuidad, al deslindarse de muchos de sus planteamientos, por  
no haber sido capaz la modernidad de alcanzar los ideales de orden y progreso.  
La comunicación en la modernidad se caracterizó por el desarrollo del ferrocarril, el  
telégrafo, el teléfono, el cine, la radio, la televisión, la prensa y el auge en la  
comunicación de masas, que se convierte en industria de producción de capital  
simbólico y responde a los intereses de la clase burguesa. Se emplea la propaganda  
como medio de difusión de la ideología burguesa y la publicidad como forma de  
comunicación y objeto de consumo cultural (Rodríguez, Pérez y Morales, 2019).  
La posmodernidad es una época dominada por los medios de comunicación que se  
convierten en centros de poder y portadores de la verdad, y lo que no se dice en ellos  
pareciera que no existe en la realidad. Más importante que el contenido del mensaje, es  
la forma en que se trasmite y la convicción que logra en los destinatarios. Hay una  
colosal emisión de información, a veces contrapuesta, a la que el receptor le quita  
realidad y pertinencia y en ocasiones la convierte en mero entretenimiento, se pierde la  
intimidad y la vida de los demás se torna en un show, especialmente en las redes  
sociales.  
La aparición de Internet representó la pérdida de hegemonía de los medios masivos  
tradicionales, que dejaron de ser la más importante fuente de información, pero facilitó  
que aumentaran su poder con la incorporación de ediciones digitales que  
proporcionaron la posibilidad de incrementar sus audiencias y su influencia con la  
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inclusión de galerías fotográficas, videos, archivos de tecnología flash y la oportunidad  
de transmitir los acontecimientos en tiempo real empleando las nuevas tecnologías  
como la trasmisión satelital, cámaras digitales y videoteléfonos.  
En este escenario el entorno digital y las redes sociales “…son fundamentales en la  
creación y generación de estrategias para capturar la atención de millones de personas  
y se han convertido en las principales fuentes de consulta y entretenimiento”  
(Santander, 2020, p. 33).  
También implicó la entrada de la humanidad a una nueva revolución tecnológica  
denominada la sociedad del conocimiento y de la información, en donde los medios de  
comunicación juegan un papel fundamental.  
Al decir de Roveda (2020):  
Los medios se convierten en los grandes narradores del saber y de las historias de la  
contemporaneidad. La cotidianidad ya no se lee, se visualiza, se escucha, se navega.  
Los hechos hacen las historias de hoy, una historia que pasa por un discurso y un  
decurso mediático. Ello no indica que la explosión incontrolada de medios de  
comunicación significa una mayor democratización de medios, mensajes y tecnologías.  
Por el contrario, quizá hoy estemos más informados y menos comunicados que antes.  
La sociedad de la información no implica necesariamente la sociedad del conocimiento.  
(p. 81)  
Añade que:  
En la actualidad la historia tiene plurales significaciones, multidimensiones y  
multisentidos, y los medios de comunicación han contribuido a esas variadas  
interpretaciones del contexto. No son el libro y la academia los únicos portadores del  
saber, los medios se han convertido en escuelas paralelas, donde reposan conexiones y  
significaciones que recrean al mundo contemporáneo. La comunicación y los medios le  
dan un nuevo perfil al planeta. Por un lado, lo articulan, lo hacen más pequeño y  
cercano, pero al mismo tiempo lo desmasifican e individualizan desde los usos de las  
nuevas tecnologías de la información y los procesos de comunicaciones virtuales. (p. 82)  
Diviani (2020) comulga con estas ideas y considera que uno de los elementos que  
caracterizan a la posmodernidad es el gran desarrollo de los medios de comunicación lo  
que ha llevado a denominar la época actual como de la «cultura de la comunicación».  
Los modernos medios de comunicación son, en gran medida, responsables de las  
transformaciones y causantes de los fenómenos con los cuales se caracteriza la cultura  
posmoderna y han permitido la salida a la superficie de las voces de las diferentes  
subculturas, y por lo tanto la caída de una visión unitaria del mundo y la historia. (p. 4)  
Refiere una particularidad en cuanto al empleo de la imagen en la postmodernidad. Si  
hace medio siglo la atracción a la televisión estaba sustentado en la imagen, hoy la  
atracción está en la velocidad en donde la caótica proliferación de imágenes  
fragmentadas y desconectadas vuelve imposible una lectura lógica y lineal, lo que  
produce un efecto de «shock» y experiencia esquizofrénica en donde se rompe la  
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cadena de significante y se pierde la construcción de sentido y por lo tanto se genera  
una sensación de presente continuo, desconectada de un pasado y un futuro.  
Agrega que esta revolución de la imagen por la aceleración de la velocidad, su  
fragmentación, simultaneidad y yuxtaposición le confieren vertiginosidad, implicación  
sensorial, (re)presentación inmediata, memoria retiniana, destemporalización,  
simultaneidad e instantaneidad, actualidad, sensación de presente continuo,  
fragmentación, desreferncialización (pérdida de lo real como referente, las imágenes  
hablan por sí mismas), multiperspectividad (múltiples planos de un mismo objeto). La  
facilidad con que los jóvenes pueden «leer» la enloquecida velocidad de las imágenes,  
evidencia cómo se han modificado los hábitos perceptivos.  
En la posmodernidad se ha producido una transformación donde las personas han  
pasado de la adquisición de conocimientos de forma cognitiva a “un mundo semiótico,  
de consumo de símbolos y significados, en constante seducción y orientada al placer…  
el individuo se transforma en sujeto consumidor, comunicativo y simbólico(Vidal,  
2015, p. 24).  
La relación significante/significado se rompe debido a la descontextualización, se  
desconecta el significado de su referente y se transforma en un significante con  
variados significados arbitrarios y personalizables. Ello conlleva a la hiperrealidad”  
(Vidal, 2015, p. 26). Este concepto es usado para representar el poder de la simulación  
en la determinación de la realidad dentro de un mundo simbólico y socialmente  
construido, donde se desvanece la distinción entre lo real y lo no real, al devenir real lo  
que inicialmente era una simulación a través del proceso de significación, que permite  
extraer de los referentes su significado original y transformarlo en nuevos significados  
arbitrarios que simulan una nueva realidad cuando son replicados en el mundo real.  
Añade que, con el desarrollo de la comunicación, la ciencia en su forma de mercancía  
informacional reforzó su importancia para el desarrollo de la producción y el saber,  
como factor importante en la competencia mundial por el poder. Al respecto Rodríguez  
(1993) señala  
Así como los Estados se pelearon por dominar territorios, la explotación de materias  
primas y mano de obra barata, actualmente pugnan para dominar las informaciones.  
Esta situación ha ensanchado cada vez más la distancia que separa a los países  
centrales de los países periféricos. (p. 53)  
Y refiere tres características del componente comunicacional según Lyotard (citado en  
Rodríguez, 1993):  
1. El auge y difusión de la informática lleva a una proliferación de signos y lenguajes que  
pulverizan el modelo de racionalidad única y gracias a lo cual el mundo pasa a ser  
interpretado desde múltiples perspectivas posibles.  
2. La despersonalización del saber en una era en que dicho saber se convierte en el  
insumo estratégico de los nuevos procesos productivos, y la multiplicación de la  
información a niveles totalmente inconmensurables.  
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3. El «éxtasis de la comunicación» provocado por el efecto combinado de la informática y  
de las telecomunicaciones, en virtud de lo cual las fronteras nacionales y las identidades  
regionales quedan disueltas bajo el paso vertiginoso de las comunicaciones. (p. 55)  
Por otra parte, podemos señalar que los medios de comunicación han posibilitado el  
acceso a la opinión pública de las minorías antes marginadas, haciendo la información  
más plural e imposibilitando una visión única de la realidad. Al respecto, Saint (2011)  
expone:  
Muchos pensaron que la simultaneidad de la televisión y la circulación de la información  
darían como resultado una sociedad más transparente donde los obstáculos de la  
comunicación serían eliminados, sin embargo, ocurrió lo contrario. Al multiplicarse los  
centros emisores de información se multiplicaron también los sujetos y las narraciones,  
lo que dio lugar a una fragmentación de la imagen del mundo. (p. 5)  
Opina además que el predominio de los medios de comunicación generó una cultura  
del espectáculo donde la finalidad pareciera ser «llenar bien los ojos para vaciar la  
cabeza», por ejemplo, en numerosos programas periodísticos la información se ha  
convertido en Show. El límite entre lo público y lo privado se ha disuelto. Vivimos en un  
mundo más complejo, plagado de informaciones, y donde la realidad se fabrica día a  
día. Es un desafío aprender a habitar este mundo dominado por la tecnología y la  
comunicación.  
En esta misma línea de pensamiento discurren los criterios de Souza (2020) para el que  
la sociedad cibernética burocratiza e impide la libertad del hombre.  
Los medios masivos y la sociedad de la comunicación no han generado una sociedad  
más transparente o consciente de sí misma, sino más compleja y caótica. Las  
dicotomías sujeto-objeto y público-privado hacen al individuo ajeno a su vida, inmerso en  
un proceso virtual. (p. 1)  
En lo que denomina el «éxtasis de la comunicación» considera que el medio predomina  
con su dispersión sobre el mensaje; el saber científico se orienta al desarrollo  
tecnológico y al poder, destacando su aspecto lingüístico, que no impide que cada vez  
más se hable y se escriba peor. El impacto de los mass media impulsa conductas  
antisociales y una búsqueda de sensaciones intensas, para aplacar estados  
emocionales derivados del vacío existencial, de la frustración e insatisfacción vital.  
En el siglo XXI está ocurriendo un cambio en lo tecno-comunicativo. El impacto de los  
avances computacionales, la telefonía móvil, el internet de las cosas, la web semántica,  
el Big Data y la Inteligencia Artificial están generando una de las mayores  
reconfiguraciones de los últimos 300 años. En esta línea de pensamiento discurre  
Santander (2020) y señala:  
Los cambios se suceden exponencialmente, y originan una nueva ola de tecnologías que  
nos permiten hablar del 5G, la robótica, la nanotecnología, la web 2.0, 3.0, 4.0, etc. Esto  
ha provocado transformaciones a escala mundial relacionadas con el flujo de capital, los  
modelos de negocio, la gestión política, la gobernanza y administración estatal, la  
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vigilancia de las personas, y también el uso de lo comunicacional como arma política e  
ideológica. Se ha alterado el modo en que tradicionalmente se desplegaban las  
campañas electorales, debido a la digitalización de los datos y su altísima capacidad de  
almacenamiento y procesamiento que permite novedosas técnicas y estrategias de micro  
y nanosegmentación de audiencia. (p. 26)  
Pero la privacidad de las personas se ve afectada porque los datos personales que  
inconscientemente o no los usuarios han proporcionado son objeto de violación  
constante en Internet, para comerciar con ellos, aprovechando las posibilidades de los  
avances tecnológicos, capaces de reunir cada vez mayor información sobre los  
usuarios, mediante algoritmos. Sobre este particular Hernández (2019) acota:  
El objetivo es que ciertas empresas procesen dicha información para obtener una  
rentabilidad económica mediante publicidad y oferta de productos, en lo que se ha  
llamado Internet de las cosas. Se eluden los controles sobre los rasgos íntimos de las  
personas y se vulneran los principios en los que se asienta la protección de datos, los  
ciudadanos ignoran cómo se está manejando su información. (p. 28)  
A ello podemos agregar que el dominio de la estructura tecnológica está en manos de  
unos pocos y la configuración monopólica y oligopólica del campo comunicacional ha  
alcanzado niveles inéditos en la historia. Respecto a ello Santander (2020) precisa:  
En el ámbito informativo, Disney, Time Warner, News Corp, General Electric, Viacom y  
CBS controlan el 90% de los flujos noticiosos del mundo, Hollywood el 90% de la  
industria cultural y Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft son dueños del  
contexto digital. Esto ha creado un cartel mediático que responde al poder económico y  
puede ser conceptualizado como una internacional comunicacional. Mediante el control  
de la propiedad gracias a la destrucción global de las leyes regulatorias estos colosos de  
las comunicaciones han establecido bases en todo el planeta y se han apropiado de gran  
parte del espacio radio-electrónico. Son dueños de casi todos los cables submarinos, así  
como de las empresas tecnológicas que dominan el contexto digital. (p. 30)  
El dominio de las comunicaciones se extiende por tierra, aire, mar y espacio. En tierra  
los medios tradicionales y los centros de datos; por aire mediante la ocupación y  
distribución de las bandas radio-electrónicas; en el espacio los satélites y por mar los  
cables submarinos conectados a los mencionados centros de datos, que permiten el  
funcionamiento mundial de la web.  
Postverdad e infoxicación  
Postverdad o posverdad es un neologismo usado por primera vez en 1992 por el autor  
serbio-americano Steve Tesich. Empleado para señalar hechos en los que influyen más  
los sentimientos o creencias personales que los hechos en sí mismos. Es una distorsión  
deliberada de la realidad. Las mentiras se asumen como verdad porque así lo sienten o  
asumen los receptores. Ello se debe a que circula un gran número de información a  
través de las redes sociales que, más allá de ser ciertas o falsas, las personas  
defienden y critican desde sus emociones y no desde la objetividad de los hechos y a  
que en muchas ocasiones los usuarios no saben distinguir entre una noticia real y una  
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falsa. La objetividad de los hechos pasa a un segundo lugar, lo que puede generar  
desprestigio de personas, instituciones y gobiernos.  
Respecto a ello, Mittermeier (2017) discurre que:  
El proceso de posverdad no es del todo nuevo, antes también existía la multiplicación  
mediática de mentiras, pero con la posmodernidad y los nuevos ritmos y maneras de  
comunicación en el mundo digital e hiperconectado han creado un panorama que lleva  
su desarrollo a un nuevo extremo. La rapidez del mundo digital impide la profunda  
comprensión de los datos y acontecimientos y la población está tan saturada y  
sobreinformada que le basta con la apariencia, con lo verosímil. La gente confía en su  
intuición y emoción para juzgar la información, haciendo que gane el discurso cargado  
de estímulos que tiene un efecto rápido en la audiencia. La comunicación política se  
transforma en discursos que buscan estimular los estereotipos y los prejuicios. (p. 61)  
Este propio autor distingue entre mentira y postverdad. La mentira es una  
«manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente, por tanto, es un solo  
acto locutivo (enunciado verbal) en el que hay una discordancia entre la realidad y el  
enunciado que la designa. La posverdad, dice “Es un proceso en el que interviene una  
multitud de actores y más que una única afirmación, describe todo su tratamiento y su  
recepción posterior(p. 52).  
La postverdad conlleva un desarrollo de la afirmación a través de su publicación y  
multiplicación en los medios de comunicación, que aparte de ritmo y espacio, también le  
dotan de un valor social. A diferencia de la mentira, la posverdad se desarrolla en el  
nivel de la opinión pública, abarca un periodo de tiempo, una pluralidad de sucesos y  
puede haber toda una serie de enunciados falsos.  
Niño, Barquero y García (2017) refieren que, en Internet, la postverdad está presente  
en foros y webs de interrelación, para ganar debates sobre variados temas. Ello origina  
el llamado fenómeno «Troll»4 en el cual está presente el conflicto entre la mentira  
evidente e interesada y la comprobación de hechos. El concepto se aplica igualmente a  
los perfiles falsos creados para difundir información errónea amparada en el anonimato.  
Un partido político o grupo de interés, puede crear trolls (perfiles falsos) para publicar  
información adulterada o falsa sobre un rival y lograr que con poca inversión de  
recursos Internet magnifique el mensaje en su beneficio.  
Significan que la presentación de pruebas y hechos para refutarlo no parece surtir el  
efecto deseado, por el contrario, provoca una reacción comparable a la de arrojar agua  
a una sartén caliente: el troll/postverdadista reincide en su mentira, ampliándola o  
combinándola con un ataque contra quien ha presentado la documentación  
comprometedora. El practicante de postverdad mezcla la manipulación de los hechos  
con la tendencia natural de la audiencia a secundar ciegamente los mensajes que son  
afines a sus creencias.  
4
Troll: usuario que publica mensajes ofensivos o intencionadamente falsos, apuntando a dañar a una comunidad  
virtual o simplemente a distorsionar la realidad.  
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Y señalan que el éxito de la postverdad es fruto, de la negativa colectiva y social a  
guiarse en función de los hechos, antes que de las emociones. Las exigencias de la  
vida digital y su inmediatez hacen que no resulte una actitud natural por parte de los  
públicos-actores, comprobar las informaciones: requiere demasiado tiempo, esfuerzo y  
atención continuada. La generalización de este tipo de contenido hace, que en el actual  
proceso creativo sea decisiva la formación del receptor, no sólo por una forma  
determinada de estructurar y ordenar la realidad, sino también por los criterios de  
selección de las fuentes atendiendo a su veracidad.  
Argumentan que los públicos se han convertido en participantes activos del proceso  
comunicativo y cada persona es editora y redactora de su información, gracias a las  
facilidades de las nuevas tecnologías. Sin embargo, esta libertad no se traduce en un  
tratamiento más preciso de la información sino en un acercamiento más estrecho de  
esta a la forma de pensar de cada receptor, bloqueando toda influencia que la  
información crítica con determinados puntos de vista pueda tener en el público final.  
Cabe señalar que los públicos se convierten así en prosumidores5 en un mundo digital  
de intercambio de información. El contexto digital en que vivimos, el desarrollo de la  
tecnología, aplicada a las redes de comunicación, permite tener mayor acceso a  
cualquier tipo de información, sin que las barreras geográficas sean un impedimento.  
Este tipo de comunicación se ajusta al modelo EMIREC (emisorreceptor) del periodista  
y profesor canadiense Jean Claude Cloutier que da por hecho que los nuevos medios  
permiten a cualquier usuario ser a la vez emisor y receptor de mensajes.  
No obstante, Hernández (2019) advierte que el hecho de que Internet conceda la  
posibilidad a todo ser humano de ser un comunicador social, no le convierte en  
periodista ni lo que hace es periodismo.  
El auge de los nuevos medios permite que se oigan nuevas voces antes reprimidas,  
pero pese al crecimiento comunicativo exponencial surgen malas prácticas en el uso de  
Internet: posturas hiperindividualistas, irreverencia consciente, falta de respeto, falsedad  
informativa, ataques a la intimidad o a la seguridad de un país y otras inconveniencias  
que perjudican gravemente el intercambio tecnológico social de comunicación. (p. 28)  
En este orden de ideas Niño, Barquero y García (2017) concuerdan en que la  
posibilidad de que el público pueda producir su propio contenido informativo con los  
mismos déficits de objetividad con que lo consume, lleva a la generalización de la  
infoxicación6, tanto en su vertiente de exceso de información, como en la de  
informaciones total o severamente, voluntaria o involuntariamente adulteradas. Añaden  
que:  
5
Prosumidores: usuarios de la Web que suben información a la red y a su vez son consumidores de la misma,  
generando así información en doble sentido, son al mismo tiempo productores y consumidores de contenidos.  
6
Infoxicación: hace referencia a la sobreinformación y la imposibilidad de centrarse en una información concreta o  
de profundizar en esos datos, debido al continuo bombardeo que existe en los medios. Al estar sometidos a tal  
cantidad informativa, se produce una sobrecarga de estímulos que nos impide reaccionar a estímulos nuevos.  
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El público es editor de su información y desinformación y herramienta de su propia  
manipulación por parte de grupos de interés al dar eco a noticias e informaciones, de  
manera incluso más eficiente y con menos margen de error de lo que supondría el  
enviarla a los medios tradicionales. (p. 90)  
Estas informaciones, distribuidas a través de las redes sociales, con técnicas de  
destaque en buscadores y cíber-anzuelo, son amplificadas por personas afines al  
contenido, que no se molestan en comprobar datos que, desde su punto de vista, son  
creíbles. Posteriormente estos contenidos provocan comentarios y distribución adicional  
por parte de usuarios que expresan su desacuerdo; y por los medios tradicionales en  
busca de las audiencias digitales y de información sensacional. Niño, Barquero y García  
(2017) expresan, además que  
Su denuncia como bulos o fake news7 se convierte en difusión positiva, porque esos  
públicos combinan su falta de fe en los medios con la inclinación a creer la noticia  
adulterada en primera instancia, incluso si eso significa llegar también a quienes, por  
razones diversas rechazan el mensaje. (p. 90)  
Y añaden  
Los medios digitales facilitan llegar a públicos especializados con mensajes  
personalizados: el «micro-targeting»8, lo que facilita que segmentos de la población que  
no comulgan con un mensaje determinado, puedan adherirse a él por interés,  
atendiendo a las partes del mismo que les incumben directamente y que podrían  
beneficiarles. (p. 90)  
Santander (2020) explica que  
las fake news poseen un altísimo potencial de viralización9, tienen un setenta por ciento  
más de probabilidad de viralizarse que una noticia clásica y refuerzan el llamado «sesgo  
de confirmación» basado en que las audiencias necesitan y prefieren que los discursos  
les confirmen sus creencias. La comunicación penetra mejor en la mente cuando  
reafirma prejuicios, y menos cuando se busca movilizar representaciones mediante  
contra-argumentación, lo que puede hacer ineficaces los desmentidos. (p. 80)  
Y plantea que ello origina un problema y un desafío:  
Si los desmentidos son ineficaces ¿podemos centrar parte importante de nuestras  
energías en combatir los fake con aclaraciones y refutaciones? ¿Cómo combatir los fake  
news sin contribuir a su propagación? Porque si compartimos un fake para denunciar,  
desmentir o incluso advertir que es un bulo, estamos aumentamos su circulación,  
posibilitando que interpenetre diferentes filtros de burbuja, metiéndolo en nuestras  
propias cámaras de eco y contribuyendo así a su viralización. (p. 90)  
7 Bulos o fake news: mentiras, noticias falsas.  
8 Micro-targeting: híper segmentación de consumidores.  
9 Viralización: cuando un mensaje se ve y comparte mucho a través de las redes y los servicios de mensajería.  
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Comunicación y postmodernidad  
Maria de los Angeles Pérez Pérez  
Alejandro del Cristo Rodríguez Morell  
Félix Germán Álvarez Téllez  
Volumen: 14  
Número: 4  
Recepción: 28/05/2022 Aprobado: 30/09/2022  
La guerra de cuarta generación  
La guerra de cuarta generación, asimétrica, no convencional o conflicto de baja  
intensidad es una denominación dentro de la doctrina militar estadounidense en la que  
no hay enfrentamiento entre ejércitos regulares, se basa en una combinación de  
estrategias no convencionales que incluyen a la población civil y se desarrolla a través  
de la propaganda política y la comunicación. Se caracteriza por el empleo de la guerra  
sicológica y de métodos sofisticados capaces de variar la conciencia y los valores de  
las personas. El término se originó en 1989 cuando William S. Lind y cuatro oficiales del  
Ejército de los Estados Unidos, publicaron un documento titulado: «El rostro cambiante  
de la guerra: hacia la cuarta generación».  
No existe bombardeo militar, sino mediático, es una guerra cultural cuyo blanco es el  
control del cerebro humano. Su objetivo es el apoderamiento y control de la conducta  
social masiva, cambiar el gobierno y establecer un régimen que pueda ser controlado.  
Se pretende imponer el orden económico occidental y desarrollar la sociedad de  
consumo para desarraigar al individuo de los valores de su propia cultura, historia y  
tradiciones, y convertirlo en un alienado universalizado y sin conciencia.  
Para ello se emplean como armas mediáticas la televisión, la radio, Internet, películas,  
seriales y otras con el fin de destruir el pensamiento reflexivo y sustituirlo por noticias,  
títulos, imágenes sin conexión aparente entre sí, que excitan su curiosidad y  
fragmentan la ideología, convirtiéndolo en un alienado, víctima y victimario de esas  
operaciones psicológicas, cooperante de los planes de dominio y control social.  
Sobre este particular, Santander (2020) especifica que los conflictos de cuarta  
generación, son un tipo de guerra contemporánea que identifica como campo de batalla  
preferente a la sociedad en su conjunto, con predilección en sus dimensiones  
culturales, lo que equivale a hacer la guerra a todo el espectro de la vida cotidiana de  
las personas. Busca la implosión política y moral de la sociedad civil en un conflicto de  
baja intensidad, pero permanente, diario, sin pausa y profundamente agotador para el  
pueblo” (p. 92).  
La guerra de cuarta generación busca lograr un colapso interno, sicológico y moral de  
las personas, afectándolas en todas las dimensiones de la vida, para impedir que un  
nuevo sistema de creencias se consolide y florezca. Está fuertemente orientada al  
pueblo, su vida cotidiana, su moral combativa, su energía transformadora; es decir, se  
trata de desalentar y desmovilizar, mediante operaciones psico-sociales ejecutadas  
rutinariamente a través de dispositivos mediáticos y tecno-comunicacionales  
El tradicional campo de batalla mediático del siglo 20, que giraba en torno a qué se  
decía y quiénes hablaban en los medios y quién tenía más y mejores medios, ha  
mutado. La batalla comunicacional hoy involucra de una manera inédita, a la población  
civil, ya sea como blanco o como partícipe. (Santander, p. 93).  
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Comunicación y postmodernidad  
Maria de los Angeles Pérez Pérez  
Alejandro del Cristo Rodríguez Morell  
Félix Germán Álvarez Téllez  
Volumen: 14  
Número: 4  
Recepción: 28/05/2022 Aprobado: 30/09/2022  
Debido a la centralidad de las tecnologías de la comunicación en la vida cotidiana, el  
componente psico-social es un elemento central de las agresiones sobre las mentes y  
los cuerpos de las audiencias.  
Estos criterios son compartidos por Hernández (2019) al considerar que Internet ha  
facilitado un nuevo tipo de guerra basada en la gran cobertura mediática a nivel global,  
mediante webs oficiales, foros, blogs, redes sociales, desde la inmediatez y la  
imposibilidad de localizar el origen. Estos grupos hacen un uso amplísimo de las  
posibilidades que ofrece la Red de redes: transmisión de información y propaganda,  
organización y reclutamiento de simpatizantes, o exposición de amenazas y actos  
violentos, multiplicando así su efecto perverso de horror(p. 30).  
Néstor Kohan (2021) en su libro Hegemonía y cultura en tiempos de contrainsurgencia  
comulga con este punto de vista cuando al referirse a la guerra cultural y el papel de los  
Estados Unidos expone:  
Las mejores guerras se ganan sin combatir… Fabricar hegemonía. Cooptar conciencias.  
Mercantilizar la cultura. Erosionar la autoestima popular. Arrogante y amenazador…te  
observa y controla tus comunicaciones. Se mete en tus sueños, emociones y fantasías.  
Manipula lo que se ve, se oye y se habla. (2021, p. 1)  
Precisiones finales  
La importancia de la comunicación en la postmodernidad es tal que ha conllevado a  
caracterizar esa época como la sociedad de la información y el conocimiento. El  
vertiginoso y exponencial desarrollo del internet, la telefonía celular y la informática han  
originado un mundo interconectado donde se rompen las barreras geográficas y físicas  
y la inmediatez de los acontecimientos está al alcance de un clic.  
Ha proporcionado además la posibilidad de un mundo más plural con la inclusión de  
voces y opiniones antes silenciadas, facilitando que los usuarios se conviertan en  
emisores-receptores, pero la sobresaturación de información y la imposibilidad de  
asimilarlas y decodificarlas todas ha dado como resultado la selectividad y parcialidad  
en su recepción en correspondencia con los intereses de los destinatarios.  
Los mensajes se basan cada vez más en imágenes y símbolos que buscan impactar en  
la percepción y no en el razonamiento, para imponer las opiniones y puntos de vista de  
los emisores y obtener la aprobación y apoyo de los receptores. Estas condiciones han  
proporcionado la exacerbación de los fake news y el surgimiento de la guerra de cuarta  
generación como armas fundamentales en la batalla político-ideológica.  
Referencias  
Diviani, R. (2020). Posmodernismo y Medios de Comunicación. Recuperado de  
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Comunicación y postmodernidad  
Maria de los Angeles Pérez Pérez  
Alejandro del Cristo Rodríguez Morell  
Félix Germán Álvarez Téllez  
Volumen: 14  
Número: 4  
Recepción: 28/05/2022 Aprobado: 30/09/2022  
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