DESARROLLO PROFESIONAL: VALORES COMPARTIDOS
PROFESSIONAL DEVELOPMENT: SHARED VALUES
Pedro Roca Piloso
1
(pbarberab9469@gmail.com) https://orcid.org/0000-0003-0468-2988
Horacio Hidrovo
2
(pbarberab9469@gmail.com) https://orcid.org/0000-0002-1564-1391
Graciela Basurto Torres
3
(pbarberab9469@gmail.com) https://orcid.org/0000-0002-9536-
8371
RESUMEN
En la actualidad la educación en valores es una problemática que preocupa y es objeto
de análisis de políticos, especialistas y educadores de diferentes países,
independientemente del sistema social existente, y es así, porque constituye un
problema global, indisolublemente vinculado a la propia existencia del ser humano, al
desarrollo de su personalidad y a su condición de ser social. El sistema educacional
ecuatoriano está inmerso en un conjunto de transformaciones que tienen por objetivo
contribuir a la formación integral del profesional. A estos cambios que se producen no
escapa la formación de valores en el contexto de formación de los profesionales. Se
pretende en este artículo polemizar acerca de las concepciones teórico-metodológicas
contemporáneas sobre los valores, en aras de elaborar en el quehacer profesional
estrategias educativas y metodológicas dirigidas a los estudiantes, la familia y las
comunidades. Se pretende profundizar, además, en los avances en torno a la
importancia que esta formación reviste en el contexto profesional.
PALABRAS CLAVES: Formación, valores, contexto, profesional.
ABSTRACT
Currently education in values is a problem that concerns and is the subject of analysis
by politicians, specialists and educators from different countries, regardless of the
existing social system, and this is because it is a global problem, inextricably linked to
the very existence of the human being, the development of his personality and his
condition of being social. The Ecuadorian educational system is immersed in a set of
transformations that aim to contribute to the integral formation of the professional.
These changes that occur do not escape the formation of values in the context of
training of professionals. The aim of this article is to discuss the contemporary
theoretical-methodological conceptions of values, in order to elaborate in the
professional task educational and methodological strategies aimed at the students, the
family and the communities. The aim is to deepen, in addition, the progress made
regarding the importance of this training in the professional context.
KEY WORDS: Training, values, context, professional.
1
Doctor en Ciencias Pedagógicas. Licenciado en Ciencias de la Educación. Profesor de la Facultad de Ciencias de la
Educación. Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador.
2
Magister Gestión Ambiental. Ingeniero Industrial. Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador.
3
Licenciada en Laboratorio Clínico, Ecuador.
Opuntia Brava ISSN: 2222-081x vol. 11. Núm.1. enero-marzo 2019
Recepción: 12-07-2018 Aprobado: 08-01-2019
A lo largo de toda la historia de la humanidad el tema de los valores ha sido muy
recurrente; desde la antigüedad hasta la actualidad en que cobra una importancia
particular y se convierte en inacabable polémica. Apelar a los estudiosos que a través
de la historia han abordado este tema desde posiciones filosóficas, sociológicas,
psicológicas y pedagógicas, es adentrarse en un complejo, pero interesante campo que
brinda la posibilidad de conocer el progreso, tendencias y actualidad.
Para desarrollar la educación en valores en los profesionales en formación se requiere,
en primer orden, un estudio de este fenómeno. Esta tarea tiene antecedentes, ya que
los valores han sido abordados multilateralmente por varias ciencias sociales, todas de
una u otra forma han ayudado a enriquecer su teoría.
En el caso de los valores, esta práctica ha aportado herramientas para el
perfeccionamiento de su educación. Así, se aprecia cómo la filosofía mediante el
desarrollo de la axiología, esfera del saber que se dedica al estudio de los valores,
aporta fundamentos de máxima generalidad; pero también lo han hecho con gran
énfasis, la sociología, la psicología y la pedagogía, que han aportado cuantiosos
elementos de su manifestación en la sociedad, en la personalidad y sobre el proceso
de su formación, respectivamente (Plan Nacional del Buen Vivir, 2013-2017)
Todo lo anterior trae aparejado una dificultad consistente en que la diversidad de
tópicos sobre el tema es muy amplia y, por lo tanto, es necesario delimitar aquellos
aspectos esenciales y asumir posiciones al respecto para fortalecer la educación en
valores en el desarrollo de la práctica profesional.
Por lo tanto, la unidad objetivo-subjetivo que es propia de los valores, es expresión de
la actividad humana, de sus necesidades. Las necesidades objetivas de la sociedad,
pero a la vez en ellas están presentes las vivencias de los hombres, con una fuerte
presencia del elemento emocional-afectivo, intereses, deseos y fines, que pertenecen a
la subjetividad de los mismos. Al producirse la formación de los valores en la relación
del sujeto con el objeto, es necesario un acercamiento a los factores que influyen en
esta relación, la que ocurre en un medio específico, donde existen factores externos
que la condicionan y la nutren de contenido.
Se ha hecho referencia en numerosos foros internacionales a la importancia de educar
al hombre en los valores que sustenta la sociedad en que vive y el significado de ello
en la conservación de la propia humanidad. Este problema de atención multifactorial,
tiene un marco propicio para su solución en la actividad escolar y en todos los factores
que en ella intervienen, ya que se necesita una educación que no solo facilite la
búsqueda y adquisición de nuevos conocimientos y actitudes, sino que además permita
a los participantes adquirir y desarrollar valores.
La importancia de esta temática se convierte de hecho en fuente de motivación para
investigar sobre la misma. Este acercamiento a tan importante tema de investigación
permite percatarse de la existencia de un grupo de dificultades en la dirección del
proceso de formación de valores, en particular en la disciplina Química. De aque, el
presente artículo se proponga como objetivo polemizar acerca de las concepciones
teórico-metodológicas contemporáneas sobre los valores, en aras de elaborar en el
quehacer profesional estrategias educativas y metodológicas dirigidas a los
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estudiantes, la familia y las comunidades. Se pretende profundizar, además, en los
avances en torno a la importancia que esta formación reviste en el contexto profesional.
Fundamentación del proceso de formación de valores
El mundo contemporáneo vive en condiciones históricas concretas, permeadas por el
hegemonismo de una superpotencia que, a través del dominio de los medios de
comunicación y de las instituciones internacionales, intenta imponer su cultura al
mundo. Este hegemonismo, junto a una desenfrenada carrera por el dominio de los
mercados, las fuentes de materias primas y la información, han influido en la
redefinición de los polos de significación del mundo, y la aparición de una nueva escala
de valores donde el tener y el poder vale en la recuperación de la dimensión educativa
en el proceso formativo de las universidades (Asamblea Nacional del Ecuador, 2010).
La educación como proceso social responde al sistema político imperante y a los
intereses ideológicos de la clase en el poder y como tal, forma parte de la
superestructura social.
Por lo tanto, en los valores se van a expresar, por un lado, los cambios objetivos de la
sociedad en concreto y por otro, los cambios en las necesidades siempre conscientes
de los hombres. O sea, que la significación social de los objetos y fenómenos puede
variar, ya sea si se constatan épocas históricas o diferentes países y si se analizan las
necesidades, intereses y motivaciones de los hombres.
En lo anterior también se manifiestan los componentes absolutos y relativos de los
valores, vinculados el primero a la coincidencia de significación de grandes grupos
sociales a aspectos que tienden al ideal social, mientras que lo relativo está ligado a la
individualidad y otros elementos de carácter objetivo que lo pueden hacer variar.
La significación social desempeña un papel esencial. En ella se localiza el elemento
sustancial del fundamento objetivo y permite no caer en posiciones relativistas respecto
a los valores, sin negar la presencia de esta arista, que está sujeta fundamentalmente a
las vivencias, los intereses, los estados de ánimo, el nivel de educación, la frecuencia
de contacto directo con determinados objetos y fenómenos de esa realidad, entre otros
aspectos.
Desde este punto de vista, se entiende y se comparte que para cualquier sujeto social
(colectivo o individual) el valor es la significación positiva que adquieren los objetos y
fenómenos de la realidad y en consecuencia lo incluye en su actividad práctica con un
fin determinado. Pero esto no niega la existencia en la realidad objetiva de objetos y
fenómenos denominados indistintamente en la literatura sobre el tema como valores
negativos (o antivalores), que son asumidos por diferentes sujetos sociales en su
práctica; expresión de la arista relativa ya tratada y, por lo tanto, constituyen valores en
la sociedad, con independencia de ese signo negativo, que incluso pueden
desempeñar una función positiva en una situación concreta.
La sociedad tiene una función reguladora con relación al valor, desde el punto de vista
que da su ubicación en una escala de valores que oficializa mediante sus diferentes
instituciones, expresión de su orientación positiva para ella.
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Para adentrarse en la problemática de los valores, es necesario partir de la premisa de
que estos constituyen un contenido de la educación, y a su vez, un proceso básico para
la elevación de la calidad de esta, que recibe la nueva generación.
En este sentido, se concuerda con lo planteado por Ramírez, Hernández y Viamontes
(2018, p. 3) en relación con que
se considera que los valores son, en esencia, expresiones de la sociedad en la que se
crean y esta determina los propósitos y aspiraciones de las políticas educativas que se
trazan. Estos se materializan mediante el proceso educativo y, como formaciones
complejas, alcanzan su pleno desarrollo en etapas superiores del desarrollo
ontogenético, se estabilizan en toda la posterior evolución del sujeto y constituyen
reguladores importantes de la vida de los hombres.
La formación de valores y la educación en valores son palabras íntimamente
relacionadas entre que marcan dos planos del proceso de formación de la
personalidad: la primera, con un enfoque sociológico, comprende la educación como un
proceso de escala de toda la sociedad en el marco del sistema de influencias y de la
interacción del individuo con la sociedad con el fin de su socialización como sujeto
activo y transformador, en lo que los valores histórico culturales tienen un papel
esencial (Bermúdez y Pérez, 2004).
La educación en valores constituye un proceso complejo porque toca de cerca un
componente esencial: la espiritualidad. Ello resulta contradictorio, ya que se advierte
matizado por un conjunto de contradicciones entre las que se encuentran lo ideal y lo
real, lo social y lo individual, lo universal y lo particular, lo viejo y lo nuevo, la identidad y
la diversidad. Asimismo, es multifactorial ya que intervienen diversos factores como la
familia, clave en tanto aporta formación inicial y decisiva para la vida; la universidad,
que tiene el encargo social; la comunidad, esencial en tanto portadora de la
participación social; los medios de difusión, que forman y educan modelos, gustos,
preferencias.
La formación de valores se refiere al enfoque pedagógico cuyo proceso tiene como
objeto la formación integral y armónica de la personalidad. En esta integralidad se tiene
en cuenta el lugar y el papel de los valores en dicho proceso formativo, al que por su
complejidad se le debe prestar un tratamiento especial e intencional, con la precisión
de los métodos, procedimientos, as, medios, entre otros. Es un proceso educativo en
el que el contenido axiológico de determinados hechos, formas de ser, manifestación
de sentimientos, actuaciones o actitudes humanas, con una significación social buena,
y que provocan una reacción de aprobación y reconocimiento (vigencia), en el contexto
de las relaciones interpersonales, trascienden a nivel de conciencia individual, en este
caso del profesional en formación.
La educación en valores como una vía esencial de que dispone la sociedad para la
formación de las nuevas generaciones y que necesariamente responde a las
exigencias de esa sociedad en cada momento histórico, así los valores constituyen un
contenido de la educación y a su vez, un proceso básico para elevar la calidad en la
labor que se realiza con estas nuevas generaciones, por lo que la educación en valores
adquiere una importancia singular.
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La educación en valores constituye un proceso activo, complejo y contradictorio como
parte de la formación de la personalidad, que se desarrolla en condiciones históricas
sociales determinadas y en la que intervienen diversos factores socializadores.
La formación de la dirección moral de la personalidad, a partir del enfoque histórico-
cultural, trata a la axiología como parte de la educación de la personalidad, y
fundamenta el correcto fortalecimiento de los valores en los profesionales en formación.
Hace referencia a las influencias educativas que se ejercen sobre los sujetos al
transformar sus actividades y relaciones comunicativas, y se potencia la activa
participación como sujetos de su formación. Además, expresa los principios que
promueven la formación de la personalidad, entre los cuales se encuentran:
1. La formación de la personalidad en la interacción con los otros. Expresa el
carácter social en la formación de la personalidad, al tratar la interacción con
otras personas, donde no solo se intercambian informaciones, conceptos y
conocimientos en general, sino también sentimientos, actitudes y valores,
vinculados a todas las esferas de la realidad que dichas relaciones le permitan.
2. El principio del reflejo activo de la conciencia. Indica la característica esencial de
la conciencia, como reflejo de la vida real de los hombres. Este reflejo posee una
naturaleza activa, en correspondencia con el nivel de desarrollo alcanzado por la
personalidad concreta, que también se expresa en su participación en la
transformación de la realidad. En tal sentido, la conciencia refleja el mundo
objetivo en forma subjetiva.
3. El principio de la unidad de lo afectivo y lo cognitivo. Esta unidad significa que
los componentes, afectivo y lo cognitivo de la personalidad, se caracterizan por
la integración funcional entre la cognición y el afecto. La política educacional de
un país es una derivación lógica de la política de la clase dominante y se plasma
en un sistema de concepciones, fundamentos teóricos e ideológicos y de
acciones prácticas encaminadas a la formación de las nuevas generaciones.
Desde el punto de vista pedagógico esta debe lograrse como parte de la
educación general y científica de los estudiantes. El proceso cognitivo se matiza
y acompaña por las emociones y afectos que expresan, cómo el individuo lo
vivencia, cuál es su relación de significación hacia él, cuál es su sentido, por lo
que el valor, al constituir una formación psicológica de carácter motivacional,
solo se formará si se logra la unidad de lo afectivo-cognitivo.
4. El principio de la relación entre la enseñanza y el desarrollo de la personalidad.
En este caso, al asumirse el carácter socialmente condicionado del desarrollo de
la personalidad, se concibe el proceso de enseñanza-aprendizaje como una
actividad social, donde se producen y reproducen conocimientos, con
fundamentos científicos en condiciones de orientación e interacción social y se
centra la atención en la personalidad del educando, que se considera un sujeto
activo, consciente y orientado hacia un objetivo. Este principio enfatiza el
carácter rector de la enseñanza en el desarrollo pleno e integral de la
personalidad del educando, a la adquisición de conocimientos y apropiación de
la cultura, que tiene lugar a partir de las interacciones, de los procesos
comunicativos que se producen en cada institución docente, de los tipos de
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actividades que en ella se desarrollan en el seno de determinado momento
histórico, lo que condiciona los valores e ideales de la educación, forma el
aprendizaje el componente de apropiación de conocimientos, a partir del cual se
organiza el proceso formativo.
La problemática de los valores en el contexto profesional parte de la premisa de que
estos constituyen el contenido de la educación, definido a partir del objetivo, que se
concreta en modelo universitario. Los valores son una expresión de la sociedad en la
que fueron creados y esta refleja sus aspiraciones y propósitos en la política
educacional. Se requiere responder a sus intereses y necesidades, la educación debe
dirigir la acción socializadora de los valores en función de los objetivos que se deben
lograr, a los que aspira la sociedad, para lo cual transforma, mantiene o incluye nuevos
enfoques en los contenidos educativos (Pozo, 1994).
Corresponde al docente determinar cómo dirigir el proceso de formación de valores. En
tal sentido, el enfoque metodológico es fundamental en tanto al educar en valores, se
pueden encontrar disímiles problemas. Si se asumen acciones impositivas y
autoritarias provocarán actitudes de rechazo, sumisión o dependencia. Por otra parte,
el método de aconsejar y colaborar con el estudiante, puede ser válido, pero siempre
que se tenga en cuenta las experiencias personales del estudiante y su ejemplaridad
ante la práctica; de lo contrario se provocarán conflictos de valor en los mismos. Lo
significativo, la orientación valorativa no se descubre ni se asimila mediante máximas
sino por congruencia de la vida y de interacción y acción responsable.
Los conceptos, leyes y teorías que el estudiante aprende en el marco de la actividad
profesional no son más que generalizaciones en el plano subjetivo de la realidad y, por
ende, portadores de valor. Por tanto, el valor constituye una de las dimensiones del
contenido en el proceso formativo, todo lo que se enseña tiene la significación positiva
de los objetos, y se integra a la personalidad al conformarse las convicciones. Es el
objetivo, como elemento rector del proceso formativo, el que recoge las convicciones a
formar en los estudiantes como encargo social.
La calidad en la formación del profesional depende no solo de los conocimientos y
habilidades que desarrolle en el currículo universitario sino también de los intereses y
valores que regulan su actuación profesional. El amor a la profesión, la
responsabilidad, la honestidad, patriotismo, dignidad, respeto a las leyes, tacto
pedagógico, eficiencia económica, entre otros, constituyen valores reguladores de la
actuación de un profesional competente.
En la consolidación de la significación social positiva tiene lugar la consolidación de las
normas, valores morales y concepción del mundo. Las áreas de formación se
convierten en elemento de contextualización de los contenidos, en aras de lograr
acercarse a un concepto de formación de valores en las distintas esferas de influencias
que actúan sobre el ser humano en la formación de su personalidad.
El proceso de formación de valores debe caracterizarse en la enseñanza universitaria
por la creación de un clima propicio que favorezca la comunicación en el marco de las
relaciones interpersonales, que le permita al estudiante confrontar sus puntos de vista,
atención a la esfera afecto-volitiva, permita el despliegue de sentimientos, emociones,
voluntad y tesón mediante acciones profesionales, utilización de métodos de
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enseñanza y aprendizaje participativos, que estimulen el talento, la creatividad e
independencia cognoscitiva para favorecer la formación de un pensamiento flexible
que refleje las contradicciones objetivas de su entorno, vinculación activa de las
agencias y agentes socializadores y la experiencia práctica por él acumulada, para
poder desarrollar la actividad valorativa de los mismos.
La institución docente al implementar cualquier tipo de estrategia para desarrollar una
educación en valores, debe tener en cuenta el conocimiento que se brinda al estudiante
con todo el grado de cientificidad que se requiere. El conocimiento vinculado muy
estrechamente con la esfera afectivo-volitiva y las vivencias prácticas acumuladas. El
significado de la formación de valores está, en tener en cuenta no solamente los
aspectos intelectuales del conocimiento, sino también los temas vinculados a los
sentimientos, las emociones, las convicciones y la praxis social.
Se considera que la educación en valores desde la práctica pedagógica, tiene gran
importancia y exige una adecuada relación entre la asimilación de los fundamentos
teóricos de esta actividad y el desarrollo en los sujetos que participan en este proceso
de actitudes, necesidades, sentidos personales y procesos de valoración y reflexión.
El proceso de formación de valores. Rasgos que lo caracterizan
Utilizar el marco de la actividad profesional para resolver problemas que se presenten
en la vida práctica de los estudiantes y que se conviertan en necesidades de
aprendizaje grupal, mediante el intercambio libre de experiencias por parte de estos y
con el profesor, posibilita el empleo de estrategias que impliquen la utilización de
recursos intelectuales en los estudiantes tanto de forma grupal como individual. De esta
forma, les permite encontrar la significación de los contenidos aprendidos para su
formación; uso del lenguaje prescriptivo-valorativo por parte de los profesores que
estimulen la valoración de los estudiantes sobre lo que aprenden para, de esa forma
compartir sus juicios y criterios mediante la creación de un clima de confianza y
camaradería.
El carácter social en la formación de valores se manifiesta en el hecho de que los
valores no existen fuera de las relaciones sociales, fuera de la sociedad y el hombre.
En lo que actúa, en calidad de dicho carácter para la determinación de los valores, el
progreso social. Los valores poseen un carácter histórico-concreto, dado en la propia
raíz del fenómeno axiológico, en las necesidades de los hombres y las sociedades.
La formación del hombre ha sido interpretada históricamente de diversos modos, pero
siempre tiene como elemento común, el cambio en el hombre, tanto en conocimiento
como en actitudes ante la vida, donde intervienen influencias intencionadas.
Los valores tienen que clarificarse en las estructuras mentales de los individuos que
conforman una sociedad, mostrándose como reflejo y expresión de las relaciones que
establecen entre sí. Estas relaciones reales y verdaderas constituyen reguladores
importantes en la conducta social del ser humano. Cada sociedad es portadora de
determinados valores, valores que son asimilados durante el proceso de formación de
la personalidad en las diferentes etapas de su desarrollo, en forma de orientaciones
valorativas. Estas orientaciones valorativas constituyen componentes esenciales en la
estructura de la misma.
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A tenor con las ideas anteriores, en la formación de valores desempeña un papel
primordial la relación actividad-comunicación, por lo que la actividad cognoscitiva
constituye una forma especial de actividad espiritual del hombre condicionada por la
práctica. Esta actividad refleja la realidad y la reproduce en forma de conocimientos
que se expresan en forma de principios, leyes y categorías.
La actividad axiológica o valorativa es el modo en que existen las necesidades e
intereses del hombre y sirve de nexo en la relación conocimiento-práctica. Por actividad
práctica se entiende el modo de existencia y transformación de la realidad.
La actividad cognoscitiva y la actividad axiológica son productos de la actividad práctica
del hombre. El hombre conoce y valora la realidad porque actúa prácticamente. Los
componentes cognitivos y el de la actividad práctica se pueden considerar ambos como
componentes del proceso de formación de valores. En la actividad del hombre se
revelan los objetos, propiedades y cualidades de la realidad que satisfacen las
necesidades y poseen significado para él.
En el proceso de formación de valores juega un importante papel la relación docente-
estudiante como orientadora de la actividad axiológica en la enseñanza universitaria,
donde se requiere un docente:
Portador de cultura, por cuanto el fin de dicha enseñanza es la formación de una
cultura general en los estudiantes.
Justo en todo momento, lo que garantizará la adecuada formación de principios
de justicia en los estudiantes, ayudándolos a valorar los fenómenos que se le
presenten en la vida escolar a partir de valores humanos trascendentales.
Ejemplo, que equivale a enseñar a relacionarse con las personas y a mantener
una adecuada comunicación con estas para su inserción social.
Sensible, que permita resolver problemas que se presenten en su clase y el
ámbito social.
Gran sentido humano, ya que los ideales bajo los que se forman llevan consigo
una alta dosis de humanismo y de preocupación por el hombre.
Unidad entre la palabra y la acción.
Amor por el trabajo, la laboriosidad no se forma en el trabajo si este no está
orientado a un fin y si se siente el deseo de realizarlo.
Un elemento importante en la formación de valores es la diferenciación conceptual
entre significación y sentido, dentro de la formación de valores a la cual es importante
hacer referencia. Por su parte, el sentido no es más que el valor emocional irrepetible
de un contenido, mientras que por significación asume el valor que puede adquirir
coyunturalmente ese contenido en el proceso de regulación del comportamiento por el
sujeto. Estas dos categorías adquieren una dimensión indispensable para la formación
de orientaciones valorativas en los estudiantes. Por un lado, y es lo más complejo, el
profesor puede acceder a la formación de los valores en los estudiantes a través del
impacto emocional que logre imprimirle al contenido en el proceso de comunicación
con el estudiante. Mientras que, por otra parte, puede resaltar la significación social
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positiva (valor) que tiene el contenido que imparte para que el estudiante pueda
asimilarlo como tal en su comportamiento.
En otras palabras, los valores en la personalidad se manifiestan como una formación
psicológica de carácter motivacional, donde está presente la unidad de lo cognitivo y lo
afectivo; y en tal sentido, para el sujeto, los valores son contenidos portadores de un
sentido subjetivo, por lo que cuentan con el componente emocional, que lo identifican
como motivos que orientan la conducta individual.
Además, se debe tener en cuenta que los valores no solo se manifiestan en los sujetos
individuales, sino que su expresión social puede ser el resultado de la práctica de los
sujetos colectivos, o sea, desde pequeños grupos, hasta clases y grandes sectores
sociales.
Desde el punto de vista pedagógico los valores tienen importancia, al ser analizados
en las diferentes posibilidades que tiene el ser humano de poder descubrir los valores
de que es portador, posteriormente realizarse y, por último, incorporarlos a través de la
educación.
CONCLUSIONES
El análisis de la teoría sobre los valores permitió determinar la esencia del valor en la
interacción del sujeto con el objeto y precisar los elementos teóricos básicos de los
valores para su educación, revelando sus fundamentos objetivos y subjetivos, lo cual
manifiesta entre sus rasgos esenciales, su carácter histórico concreto.
El fortalecimiento de la educación en valores en los profesionales en formación, debe
caracterizarse por ser abierta, flexible y comprender los principios para la educación de
la personalidad.
REFERENCIAS
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Ecuador.
Bermúdez, R. y Pérez, L. (2004). Aprendizaje formativo y crecimiento personal. La
Habana: Pueblo y Educación.
Plan Nacional para el Buen Vivir (2013-2017). Recuperado de
http://www.buenvivir.gob.ec
Pozo, J. I. (1994). Teorías cognitivas del aprendizaje. Madrid: Morata.
Ramírez, A., Hernández, J. E. y Viamontes, E. R. (2018). Consideraciones acerca de la
formación de valores en la Educación Superior. Opuntia Brava, 10(1).
Recuperado de
http://opuntiabrava.ult.edu.cu/index.php/opuntiabrava/article/view/67
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