la especialidad en cada uno de los años. Además, se hace necesario que este proceso tenga
su control y seguimiento por medio del sistema de reuniones establecidas por los órganos
técnicos en todos los niveles de dirección. La organización de la dinámica de la formación de
competencias tiene lugar desde la posición de los autores del presente artículo, al seguir la
lógica del proceso en sí mediante la ejecución de tareas profesionales con un carácter
integrador. Estas expresan el orden, la secuencia didáctica, así como la sistematización de las
actividades cognoscitivas que debe realizar el estudiante para alcanzar determinado nivel de
dominio (Ronquillo, Cabrera y Barberán, 2019).
La lógica del proceso en sí, es el resultado de la integración de la lógica de las ciencias y la
lógica del proceso de enseñanza-aprendizaje. Ello posibilita la apropiación, sistematización,
integración, generalización y aplicación de los contenidos agronómicos en la solución de
problemas profesionales y comunitarios (Addine, 2011).
La proyección de la dinámica del proceso en sí requiere de la proyección de todos y cada uno
de los componentes no personales aportados por la didáctica de organización, medio y
evaluación de la enseñanza, al tener como base los principales problemas profesionales a los
que debe enfrentarse el estudiante. A cada etapa de sistematización corresponde un tipo de
problema, cuya planificación es precisada por el profesor en función del desarrollo de la
competencia y el objetivo del tema, la habilidad (ya estructurada), los conocimientos según los
niveles de asimilación y profundidad que deben lograrse al finalizar este.
En consonancia, según las características del proceso de enseñanza-aprendizaje, los tipos de
problemas que pueden planificarse pueden ser: reales, modelados, experimentales, teóricos,
en contextos puramente académicos o en contextos profesionales. Por ello, es importante que
siempre conduzcan a la reflexión del estudiante.
En el diseño de las tareas profesionales se integran todas las etapas, las cuales se declaran a
partir del fin y los objetivos del Modelo del Profesional de la carrera en cuestión. En la
concepción y formulación de las tareas profesionales, deben concretarse qué acciones y
operaciones debe realizar el profesional en formación, vinculadas a la búsqueda y solución de
problemas, al desarrollo de habilidades y la formación de su personalidad. Razones por las
cuales se parte del supuesto de que la situación profesional se mantenga estable y que los
conocimientos sean durables y transferibles a lo largo de la práctica laboral (UNESCO, 2009).
Por consiguiente, las tareas profesionales diseñadas y orientadas deben provocar una
contradicción cuya solución genere desarrollo e implique la participación reflexiva. Realizar
dichas tareas en contextos profesionales, debidamente programadas y alternantes en las
asignaturas de ser posible, no solo propicia el conocimiento de los problemas, metodologías,
modos de actuación, etc., sino que fomenta la autoconciencia de la necesidad de aprender
más y mejor.
Por otra parte, la concepción de rotación de los estudiantes por diferentes actividades, en
consonancia con el sistema de tareas profesionales propuestas, permite la comprensión de la
concepción técnica y tecnológica, según las exigencias de tareas y proyectos profesionales.
De ahí que, las acciones fundamentales a realizar en esta etapa son las siguientes:
Valorar la secuencia curricular de la actividad académica por medio de la tarea docente
integradora, para la formación de las competencias profesionales, a partir de la
identificación de la lógica de ascenso de estas en cada uno de los niveles formativos en
los diferentes años.