EL DESEMPEÑO PROFESIONAL: BASES DE LA FORMACIÓN DE CALIDAD
PROFESSIONAL PERFORMANCE: BASES OF QUALITY TRAINING
Marcos Boanerge Vera Mendoza
1
(pbarberab9469@gmail.com) https://orcid.org/0000-
0002-0048-651X
Santos Alciviades Alava Macias
2
(pbarberab9469@gmail.com) https://orcid.org/0000-0003-
3189-2008
Graciela Basurto Torres
3
(pbarberab9469@gmail.com) https://orcid.org/0000-0002-9536-
8371
RESUMEN
En los albores del siglo XXI el mundo está marcado por un conjunto de problemas
globales que aún no tienen solución, una revolución científico-tecnológica con gran
desarrollo de la comunicación, fundamentalmente electrónica, y una tendencia a la
globalización. Estas problemáticas exigen desarrollar al máximo las potencialidades
humanas para poder enfrentar el reto de un desarrollo sostenible. Lo anterior se refleja
en la necesidad de transformar los aprendizajes, a partir de resignificar la concepción
de educación, enseñanza y aprendizaje, de forma tal que enfrente la preparación de los
sujetos para la vida y el trabajo, lo que favorece el desarrollo individual y social. En tal
sentido, en el presente artículo se presenta una sistematización teórica que permite
evidenciar los retos fundamentales que deben enfrentar los estudiantes en el proceso
de formación en la universidad contemporánea. Por tanto, se destaca la importancia de
enseñar a los estudiantes a encarar los problemas docentes y de la vida, dotarlos de los
recursos necesarios para que puedan darle solución siempre que esto sea posible,
desarrollar mentes flexibles, capaces de encontrar diferentes alternativas a una misma
situación, y todo ello, con la ayuda de la ciencia.
PALABRAS CLAVES: Proceso de formación, desempeño, universidad
contemporánea.
ABSTRACT
At the beginning of the 21st century, the world is marked by a set of global problems that
still have no solution, a scientific-technological revolution with a great development of
communication, fundamentally electronic, and a tendency towards globalization. These
problems demand the maximum development of human potential to face the challenge
of sustainable development. This is reflected in the need to transform learning, from
resignifying the conception of education, teaching and learning, in such a way that it
confronts the preparation of subjects for life and work, which favors individual and social
1
Ing. Industrial. Máster en formulación y tecnología del producto. Profesor de la Facultad de Ingeniería Industrial.
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador.
2
Doctor en Química y farmacia. Máster en Gestión Ambiental. Profesor de la Facultad de Ingeniería Industrial.
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Ecuador.
3
Licenciada en Laboratorio Clínico, Ecuador.
Opuntia Brava ISSN: 2222-081x vol. 11. Núm.1. enero-marzo 2019
Recepción: 21-012-2017 Aprobado: 09-12-2018
development. In this sense, in this article a theoretical systematization is presented that
allows to demonstrate the fundamental challenges that students must face in the
process of formation in the contemporary university. Therefore, the importance of
teaching students to face the teaching and life problems is highlighted, provide them
with the necessary resources so that they can provide a solution whenever possible,
develop flexible minds, capable of finding different alternatives to the same situation,
and all this, with the help of science.
KEY WORDS: Training process, performance, contemporary university.
La universidad como institución social encargada de preservar y desarrollar la cultura
demanda cambios sustantivos, con vistas a crear un sistema armónico que prepare
para la vida social, un profesional de perfil amplio, cuyos modos de actuación estén en
correspondencia con las características y el desarrollo de la sociedad. Ello permite un
desempeño adecuado en los diferentes contextos en los cuales debe realizar sus
funciones profesionales.
Por tal razón, la Educación Superior no puede enfrascarse en la difícil tarea de formar a
un especialista, sino en la de preparar a un individuo capaz de formarse como tal, ya
que ser especialista significa estudiar sistemáticamente durante toda la vida. Esto
lógicamente reclama, entre otras cosas, la remodelación de las tareas y problemas a
los cuales debe dar respuesta la enseñanza superior en su vínculo con la sociedad.
Asimismo, demanda de la práctica pedagógica una actuación consecuente que
garantice en el estudiante una formación teórico-práctica sólida y de amplio perfil.
En tal sentido, los paradigmas de la educación cambian por necesidad, por pertinencia
y por adecuación a los momentos actuales. De ahí que solo posteriores evaluaciones
pueden dar la respuesta, así como determinar lo adecuado de dichas transformaciones,
a las que incuestionablemente la educación, como proceso dinámico, está obligada a
transitar, en correspondencia con el ritmo del desarrollo y las necesidades sociales
(CEAACES, 2009).
Los cambios de paradigmas antes enunciados implican la renovación en el significado
de los conceptos y categorías, así como de la forma en que se relacionan. Ello se
expresa en cambios epistemológicos, axiológicos y actitudinales frente a los procesos,
fenómenos o situaciones que se interpretan e investigan desde los nuevos paradigmas
y que, a la vez, modifican la forma de desarrollar o interpretar los procesos.
En consonancia con las ideas anteriores, en la concepción de la educación es
imprescindible tener en cuenta la necesidad de educar la personalidad de hombres y
mujeres altamente humanos y sensibilizados con su realidad social. Esto los
compromete con su transformación creadora sobre la base de la concepción científica
del mundo en que viven.
De ahí que implica: dominar los métodos de las ciencias, para utilizarlos y enseñarlos a
utilizar, hacer uso de la gnoseología para que los estudiantes transiten conscientemente
por el camino del conocimiento científico durante el proceso de enseñanza-aprendizaje,
utilizar el vocabulario científico en cada rama del saber y vincular los contenidos
científicos a los problemas de la realidad.
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Asimismo, es indispensable concebir la profesionalidad en la medida en que la actividad
profesional se desempeña con independencia y creatividad, cuando los sujetos
involucrados son capaces de analizar críticamente su práctica educativa y llegan, por la
vía de la ciencia, a encontrar nuevas alternativas que permitan resolver los problemas
más emergentes que la afecten. De igual modo, cuando estos enfrentan los retos que
demanda a la educación.
De este modo, investigar la diversidad de problemas en el entorno educativo conlleva la
necesidad de aprender a trabajar en equipos multidisciplinarios, en los cuales cada
especialista, desde sus fortalezas, es capaz de aportar elementos que contribuyan a
solucionar dichos problemas. Estos, al emanar directamente de la realidad, no se
resuelven fácilmente a partir de una sola arista de análisis, sino que su solución se
encuentra más fácilmente desde la interdisciplinariedad.
La necesidad de formar profesionales comprometidos, competentes y creativos,
responde a los retos que impone la sociedad actual. Ello se debe a la exigencia de que
el proceso de formación profesional incorpore una nueva perspectiva a las
características y los objetivos generales, los cuales deben conducir a elevar la
profesionalidad de los docentes (Asamblea Nacional del Ecuador, 2010).
Lo anterior permite un desempeño profesional exitoso, marcado por la constante
búsqueda, instrumentación y evaluación de alternativas científicas de solución a los
problemas de la realidad social educativa, así como la proyección científica de los
cambios que el futuro demanda, o sea, utilizar la ciencia para perfeccionar el hoy
educativo y proyectar el mañana (Carpio, 2005).
A partir de las ideas anteriores se pretende evidenciar los retos fundamentales que
enfrentan los estudiantes en el proceso de formación en la universidad contemporánea,
en aras de prepararse como egresados cultos, independientes, hacedores. Por tanto,
se requiere la formación de un nuevo profesional, reflexivo, competente, crítico, que
exige desarrollar el pensamiento alternativo por medio del conocimiento en la acción, de
la reflexión en la acción y sobre la acción.
Es bueno significar que para lograr el desempeño profesional se requiere del sistema
de actividad y comunicación en que el estudiante está inmerso en su formación
profesional en, desde y para un contexto (Cabrera, 2003). Por esta razón, resulta
necesario que se aprovechen al ximo las amplias posibilidades formativas que
dichos contextos ofrecen.
En la medida en que el estudiante conoce más el contexto, el contenido y se conoce
mejor a mismo, tiene más posibilidades de hacer que su desempeño profesional sea
flexible, independiente y proyectivo. Es innegable, por tanto, la necesidad de una visión
integradora, pero que se traduzca en acciones concretas encaminadas a cambios que
impliquen un correspondiente saber.
En tal sentido, la universidad tiene la función de proyectar la cultura hacia la comunidad,
esto es promoverla al mismo tiempo que se nutre de ella. Lo anterior se desarrolla por
medio de la extensión universitaria, que tiene como objeto el proceso de relaciones con
la comunidad y como contenido, la cultura acumulada y en desarrollo. Su pertinencia
posee una relación directa con las expectativas y sensaciones de la sociedad, ya que
no solo actúa en forma pertinente cuando responde eficazmente a las demandas
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externas, sino también cuando se plantea como objeto de investigación ese entorno,
entendido en el sentido más amplio posible, e incluso, revierte sobre mismo y se
toma como motivo de estudio y reflexión.
Por tanto, cuando en el proceso de formación de los profesionales se habla de un
cambio de paradigma en la educación, es necesario reflejar un tránsito del
protagonismo del profesor al protagonismo del estudiante, del discurso a la acción
constructora, de la uniformidad a la diferenciación personal. Todo ello, desde el plano
teórico explicativo, requiere de nuevas categorías didácticas que expresen de manera
más dinámica el proceso y sus transformaciones (Arocena y Sutz, 2001).
Al respecto, la UNESCO (2009) plantea que la educación y la formación contribuyen al
desarrollo personal del individuo, que se acrecienta en su productividad y las renovadas
exigencias del trabajo, asimismo, le facilitan la participación de alguna forma en la vida
económica y social. La enseñanza y la formación profesional y técnica de calidad
participan en el desarrollo de conocimientos de los individuos en materia de ciencia y
tecnología dentro de un amplio campo de materias, las cuales exigen competencias
técnicas, profesionales y específicas para un empleo.
La universidad contemporánea y sus retos en el proceso de formación
La Educación Superior alcanza mayor relevancia por la necesidad de su desarrollo, el
cual está signado por el papel que desempeña en la sociedad, que a nivel mundial se
convierte en un entorno social condicionado por la generación del conocimiento, el
procesamiento de la información y la comunicación de símbolos, lo que determina
ritmos formativos que no pueden ser enfrentados por métodos tradicionales. Ello implica
la necesidad de introducir cambios profundos en la Educación Superior, que por su
complejidad, diversidad y especificidad, requieren de un discurso científico e
investigativo para el perfeccionamiento de los procesos universitarios en su vínculo
social (Asamblea Nacional del Ecuador, 2010).
Por consiguiente, las universidades exigen que se ofrezcan respuestas a la formación
de los profesionales para el mundo complejo que se desarrolla vertiginosamente, por
demás, con asimetrías económicas y sociales. Esto implica la necesidad de las
investigaciones y la extensión, para que llegue a ser un espacio permanente de
desarrollo cultural que incorpore a todos y durante toda la vida. Las crecientes
necesidades sociales planteadas a la Educación Superior, no solo significan tener más
oportunidades de formación que se aparten de los marcos tradicionales, sino que estas
sean diversas y propicien una calidad para todos, es decir, con equidad, en función de
generar nuevas especificidades investigativas y formativas en este nivel educacional.
En consonancia, el desempeño profesional se dirige al comportamiento, tanto en el
orden profesional y técnico, como en las relaciones interpersonales que se crean en la
atención del proceso de formación de la población, el cual influye a su vez, de manera
importante en el componente ambiental. Por tanto, existe una correlación directa entre
los factores que caracterizan el desempeño profesional y los que determinan la calidad
(CEAACES, 2009).
A tenor con lo anterior, es indispensable concebir una universidad que se transforma y
preserva en la diversidad desde una perspectiva humana, como clave ética de su
dinámica. Ello conlleva a identificar como categorías esenciales de esta
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conceptualización a la cultura y su gestión, la condición humana, la identidad y la
diversidad. En consecuencia, la contemporaneidad urge de un enfoque antropológico-
pedagógico en la construcción y reconstrucción de las universidades, que permita
emerger las potencialidades humanas en la transformación del hombre y su entorno. De
ahí la búsqueda de una perspectiva de solución auténtica en la transformación de las
universidades en lo práctico y teórico.
Es por ello que el avance científico-técnico y de la sociedad en general, exige una
orientación activa transformadora del futuro profesional. El profesor tiene hoy, más que
siempre, la tarea de lograr una eficiencia educativa en el proceso que dirige, al
imprimirle una transformación y ruptura con lo tradicional.
La eficiencia educativa es dejar atrás la rutina y el tradicionalismo en la dirección del
proceso pedagógico profesional, entendido como el proceso de educación que tiene
lugar bajo las condiciones específicas. Esto impone un cambio adecuado, que permita
la formación de un egresado independiente, seguro, crítico y creativo, capaz de
convertirse en el profesional que necesita el país (Zabala, 1992).
Un profesional con estas condiciones debe poseer profundos conocimientos sobre una
determinada profesión, estar entrenado en la determinación y análisis de las
contradicciones del objeto que estudia, lograr la independencia y creatividad necesarias
para fundamentar su propio criterio, saber enjuiciar y realizar un correcto análisis
valorativo. Asimismo, demostrar destrezas en la búsqueda de nuevas vías para la
solución de un problema, plantearse nuevos problemas y manifestar originalidad en su
actuar.
Hacia el logro de estos aspectos, en el desarrollo del profesional es necesario un
proceso educativo eficiente. En el mundo actual, eficiencia educativa es sinónimo de
excelencia, en el que se integra armónicamente un sistema participativo, que permita la
autodirección, la renovación continua, la creatividad, que tenga en cuenta las
necesidades del educando con una clara proyección futura y en el que el control total
de la calidad esté presente como táctica y estrategia del trabajo.
Un criterio importante a tener en cuenta para garantizar la eficiencia educativa es lograr
la profesionalización de todas las acciones educativas, concebido como el desarrollo
sistemático de la educación que se fundamenta en la acción y el conocimiento
especializado. De manera que las decisiones en cuanto a lo que se aprende, a cómo se
le enseña y a las formas organizativas para que ello ocurra, se toman de acuerdo a los
avances de los conocimientos científico-técnicos, los marcos de responsabilidad
preestablecidos y los criterios éticos que rigen la profesión.
Potencialidades educativas para desarrollar el desempeño profesional
La educación y desarrollo de la sociedad tienen lugar en un contexto social amplio,
complejo y contradictorio, según los niveles de desarrollo económico, político y social
de los diferentes países con sus sistemas educativos correspondientes. Así se reflejan
múltiples relaciones, entre ellas ocupa un lugar primordial las que establece la escuela
como institución especializada para desarrollar el trabajo pedagógico general.
Este tiende a un objetivo esencial: preparar al hombre para la vida, y que no solo
adquiera un sistema de conocimientos actualizados, sino que desarrolle durante su
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proceso de formación un conjunto de cualidades y valores, que los capacite para la
adopción de decisiones adecuadas en la solución de problemas profesionales
concretos, de manera creativa y dinámica según las exigencias de la sociedad
moderna.
En tal sentido, la educación tiene que convertirse en una acción consciente para que su
producto constituya un agente transformador de la realidad social. Por ello, demanda de
una dirección científica en todos los niveles de enseñanza, para lograr una verdadera
correspondencia con el desarrollo, la calidad y la eficiencia en los modos de actuación
de los jóvenes que estudian en las instituciones educativas.
Para dirigir científicamente el proceso formativo no solo se requiere de la pedagogía,
sino también del conjunto de ciencias que forma su sistema y de otras ciencias afines,
como la psicología, sociología, cibernética y otras que aportan conocimientos
importantes en aras de realizar un trabajo más efectivo para el desarrollo de toda la
actividad educativa teórica y práctica.
A partir de los fundamentos teóricos de las ciencias antes citadas, se estructura un
conjunto de principios básicos para el desarrollo de la personalidad. Estas constituyen
ideas esenciales que parten del respeto al individuo, de sus particularidades
individuales y grupales, así como de la vinculación del estudio y el trabajo con la vida en
las condiciones del desarrollo social.
En correspondencia con las ideas anteriores, el mundo actual exige profesionales de
alta calidad científico-técnica, eficiencia y flexibilidad en la toma de decisiones, en virtud
de las transformaciones que requieren la economía, la vida socio-política, demográfica
y cultural en cada país. Por ende, una de las tareas más importantes y complejas que
tiene la institución educativa actual, es la de formar el personal altamente calificado
para dar solución a variados problemas del mercado del trabajo y dar continuidad al
desarrollo económico, político y social.
En este conjunto de ideas, se destaca el papel del estudiante como sujeto activo y que
en sus interrelaciones con el profesor y el resto de los estudiantes desarrolla sus
propias potencialidades. Todo ello al tener como base lo afectivo y lo cognitivo, la
comunicación y la actividad que propicia el profesor a partir de métodos científicos, de
participación, de diferentes enfoques y dimensiones (Blauberg, 1977).
En 1995, en el Proyecto Principal de Educación para América Latina y el Caribe “Hacia
una nueva etapa del desarrollo educativo”, se propone concebir la profesionalización
como un proceso inevitable en los contextos latinoamericanos, a partir de transformar el
rol de todos los profesionales. Para ello se requiere enriquecer el conocimiento de la
generalización formativa, como consecuencia de todo el entramado de relaciones que
se llevan a cabo en las universidades, las cuales deben convertirse en verdaderas
instituciones que arrojen luz sobre la formación humana, inherente a todos y, por tanto,
son necesarias las conceptualizaciones ontológicas, epistemológicas, lógicas y
metodológicas propias.
De este modo, se requiere de una cultura universitaria coherente con el discurso
humanista, puesto que la cultura es expresión humana, y a la vez un resultado
acumulado. Asimismo, se puede concebir como creación constante, proyectos y fines
que devienen ideas y realizaciones, donde la intencionalidad socio-individual se
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sustenta en el desarrollo continuo de los profesionales de alto nivel científico y
compromiso social.
Esta nueva propuesta se realiza como exigencia de la realidad latinoamericana y
caribeña, a partir de la necesidad de insertarse dentro del vertiginoso avance de la
revolución científico-técnica. De ahí que es indispensable entender la profesionalización
como el desarrollo sistemático de la educación fundamentado en la acción y el
conocimiento especializado. De manera que las decisiones en cuanto a lo que se
aprende, a como se enseña y las formas organizativas para que ello ocurra, se toman
de acuerdo con:
Los avances de los conocimientos científico-técnicos.
Los marcos de responsabilidades pre-establecidas.
Los criterios éticos que rigen la profesión.
Los diversos contextos y características culturales.
La conceptualización de la profesionalización es imprescindible en el desarrollo del
proceso formativo, ya que la profesionalidad está integrada por la formación básica.
Esta última es la que capacita al estudiante para transmitir o ayudar a aprender
contenidos curriculares, a la vez, la formación específica es la que lo profesionaliza
como docente, al actuar ambos aspectos como una unidad. Dichos componentes de la
profesionalidad implican que los maestros primarios, además de haber desarrollado
aspectos de la esfera afectiva-volitiva como la formación de la autoconciencia, alto nivel
de valoración y autovaloración, formación de la conciencia moral de la profesión y la
formación de actitudes, poseen el dominio de los conocimientos siguientes:
Conocimiento del contenido del currículo.
Conocimiento pedagógico general, que hace referencia a principios amplios y
estrategias para dirigir la clase y conocimiento del contenido básico que le
permite comprender los problemas de la actividad profesional.
Conocimiento de los fines educativos, valores y su significado histórico.
En este sentido, la profesionalización como proceso debe implicar el uso de la ciencia
como recurso fundamental para interpretar, comprender y dirigir el proceso de
enseñanza- aprendizaje. De este modo, en los estudios sobre el problema de la ética y
la profesionalidad en la formación, se enfatiza en que esta última expresa la síntesis
entre los valores y las cualidades morales que caracterizan la esencia humanista del
profesional y el dominio de los contenidos de la enseñanza, de los todos y de las
habilidades profesionales que garantizan el desempeño de sus funciones, avalado por
la experiencia práctica acumulada, los resultados y los logros obtenidos en su vida
profesional.
Los indicadores del profesional para medir la efectividad del desempeño profesional
radican en:
La preparación en la concepción humanista para la labor profesional.
La cultura profesional, ética, estética.
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El compromiso y ejemplaridad.
El dominio del tratamiento profesional de la relación ciencia-tecnología, con la
cultura humanista y los valores.
La apropiación de los nuevos recursos tecnológicos conjuntamente con la
experiencia y los logros obtenidos en su actuar profesional.
En consonancia, la connotación ético-humanista de la profesionalidad contribuye al
mejoramiento humano de la profesión, en el que el factor humano se revierte en los
valores y las cualidades humanas para ser de excelencia, tener éxito, competencia y
conocimientos. De ahí que, la profesionalización tiene su génesis en la formación inicial
del individuo en una profesión, lo que lleva implícito un cambio continuo y obligatorio a
todos los niveles, con un patrón esencialmente determinado por el dominio de la base
de conocimientos y de la profesión, para ser capaz de hacer un ajuste conveniente con
las innovaciones de variables intercambiables que infieren en un entorno social
dominante y dirigente del hombre.
Por tanto, el desempeño profesional es la capacidad de un individuo para efectuar
acciones, deberes y obligaciones propias de su cargo o funciones profesionales, que
exigen un puesto de trabajo. Este se expresa en el comportamiento o la conducta real
del trabajador en relación con las otras tareas a cumplir durante el ejercicio de su
profesión. Dicho término designa lo que el profesional en realidad hace y no solo lo que
sabe hacer (Cabrera, 2003).
Para desarrollar el desempeño profesional es necesario que se tomen en consideración
aspectos motivacionales, cognitivos y metacognitivos. Los aspectos motivacionales se
manifiestan de disímiles maneras y se expresan en el desempeño en general, por ende,
son expresión de la orientación plena del sujeto hacia aspectos esenciales del
contenido de la profesión y se evidencian por medio del gusto por la profesión. Cabe
señalar que la orientación del sujeto hacia el contenido de la profesión se expresa y es
positiva cuando entre los planes, proyectos, propósitos de este, se incluye la realización
de la profesión. Asimismo, esto ocurre cuando evidencia la manifestación valorativa de
las vivencias que tiene de la realización de su motivación.
En consonancia, la metacognición comprende la reflexión y la regulación
metacognitivas. La reflexión metacognitiva supone hacer análisis y tomar conciencia de
los propios procesos y desarrollar metaconocimientos. La regulación metacognitiva
implica el desarrollo de habilidades y estrategias para regular el desempeño. La
madurez metacognitiva, comprende saber qué se desea conseguir, cómo se consigue,
cuándo y en qué condiciones. El logro progresivo de la madurez metacognitiva, es de
gran complejidad ya que debe plantearse como una intencionalidad consciente que
influye en la calidad de su formación profesional (Zabala, 1992).
Es por ello que la orientación proyectiva del individuo revela el sentido estratégico en el
desempeño profesional, porta un sentido prospectivo y le permite la realización de
pronósticos que propician el desarrollo integral, a niveles superiores de los sujetos. Ello
exige el conocimiento de mismo y del contexto en el que interactúa. El compromiso
revela la implicación del estudiante en los eventos del contexto de actuación profesional
con la responsabilidad que ello supone. Por esta razón, se expresa no solo en el
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proceso sino también en el sentirse parte de los resultados y adoptar posturas
consecuentes en su desempeño profesional (Ochoa, Vélez y Mendoza, 2018).
Lograr el desempeño profesional requiere de relaciones estudiantes-docentes, al
aprovechar las potencialidades educativas por medio de actividades que propicien:
La problematización del entorno educativo.
La reflexión y análisis permanente de la práctica educativa.
La búsqueda teórica que permita la interpretación adecuada de esa realidad
educativa.
La toma de posición personal, fundamentada científicamente ante las situaciones
que se presentan.
La contextualización de las problemáticas a partir de considerar las experiencias
y vivencias personales, así como su desarrollo y tratamiento en las condiciones
concretas del contexto educativo.
La socialización de experiencias en un clima de respeto, comunicación y
camaradería.
El trabajo con la diversidad en cuanto a niveles de desarrollo, diferencias de
opiniones, métodos de trabajo y otros, que contribuya al desarrollo de
personalidades plenas y autónomas.
La individualización de tareas a partir del nivel de desarrollo alcanzado, las
motivaciones personales, los intereses, así como las aspiraciones de los
estudiantes.
El trabajo en equipos que favorezca el desarrollo de la cooperación y el debate
científico.
La participación de los estudiantes en la toma de decisiones durante todo el
proceso.
La metacognición y por lo tanto, la reflexión metacognitiva y la regulación
metacognitiva.
El trabajo sistemático con los métodos de las ciencias y de la investigación
educativa.
Esta concepción permite crear las condiciones necesarias para el desarrollo de la
profesionalidad, al favorecer en los estudiantes:
Un método científico de trabajo que parta del vínculo teoría práctica, donde se
busquen vías para encontrar alternativas de solución a los problemas del
desempeño profesional y para el perfeccionamiento continuo de la realidad
educativa, mediante el tránsito de lo sensorial a lo racional, de lo conocido a lo
desconocido, de lo abstracto a lo concreto.
Un pensamiento científico que les permita el análisis sistemático de su práctica
educativa desde posiciones científicas. Este pensamiento se sustenta tanto en el
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conocimiento empírico como en el teórico, pues ambos forman parte del
conocimiento científico.
Habilidades profesionales que les posibilite operar con la ciencia en el contexto
profesional. Dichas habilidades se relacionan con los procesos epistemológicos
de la investigación, esto es, habilidades para problematizar, para teorizar y para
comprobar.
En tal sentido, desempeñarse correctamente es tener:
Integridad: referida a las características, potencialidades y necesidades variadas
y dinámicas del estudiante universitario, en las que se distingue lo relativo a la
formación profesional científica actualizada, formación sociohumanista, vinculada
a las necesidades del sujeto en formación, los valores y el autodesarrollo en
general.
Comprehensividad: orientada a la necesaria integración de las misiones de la
universidad a la estructura y el proceso curricular, es decir, la integración
armónica entre docencia, extensión e investigación.
Modernización: como proceso de actualización dinámico y constante dado los
ritmos acelerados del desarrollo científico, tecnológico y humanista y su
influencia en la transformación del trabajo humano, las formas de producción y
valores socioculturales. Se incluye en este parámetro, la necesidad de
desarrollar una conciencia ambiental, la incorporación de las tecnologías de la
información y las comunicaciones como herramienta de aprendizaje y de la
actividad profesional, así como la flexibilidad del curriculum, que posibilite mayor
competitividad, entre otros aspectos.
Pertinencia Social: se refiere a la incorporación en el curriculum de los
conocimientos, tecnologías, valores, formas de concebir el proceso de
enseñanza-aprendizaje, las formas de dar respuesta a los problemas del
entorno, así como la manera en que la universidad participa conjuntamente con
la comunidad para responder a las exigencias actuales y futuras de la sociedad.
Tecnocurriculares: referida a los aspectos organizativos y normativos del
curriculum, la flexibilidad que este brinda, la permanencia y estructura
organizativa institucional.
Por esta razón, para logra un buen desempeño el profesional debe tener capacidad de
liderazgo, tomar decisiones, hacer juicios críticos, ser creativo y tener capacidad de
autoformación. De ahí que la formación profesional de un estudiante con perfil amplio
tiene en su esencia la educación integral del hombre, con una sólida base cultural y
técnico-profesional. Ello lo hace apto, idóneo, y lo ayuda a combinar armónicamente
actitudes, habilidades, capacidades, conocimientos que le permitan actuar y
desplazarse dentro de una amplia gama de ocupaciones.
Es decir, se aspira a preparar un trabajador polivalente, flexible y multifuncional,
culturalmente integral, éticamente honesto y responsable, con una sólida formación
científica y humanista, crítico y comprometido con su entorno. Por esta causa, se hace
necesario formar un estudiante para que sea capaz de desempeñarse para aprender a
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ser, trabajar, aprender, convivir, emprender, prever y enfrentarse a problemas nuevos,
pensar integradamente, comunicarse y trabajar en grupos. En tal sentido, cuando se
aborda el desempeño se debe conocer cómo profesionalizar a partir de caracterizar las
actividades de esta nueva etapa de desarrollo educativo dado su contenido,
significación y extensión.
Como se puede apreciar en el presente artículo, la formación del profesional permite
comprender y transformar la realidad educativa como una necesidad social que debe
satisfacer el desempeño profesional. Por consiguiente, el reconocimiento de la
formación del profesional está dado por la posibilidad de resolver problemas generales
que respondan a un objeto complejo e integral de naturaleza sistémica para determinar
la efectividad de la enseñanza de modo que responda a la universidad actual.
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Zabala, A. (1992). Aula de innovación educativa. Revista Aula de Innovación Educativa.
Soporte digital.
Opuntia Brava ISSN: 2222-081x vol. 11. Núm.1. enero-marzo 2019
Recepción: 21-012-2017 Aprobado: 09-12-2018