futuro más próximo” (Tori, 2014, p. 2), en asociación con conflictos armados, religiosos y
el efecto de fenómenos y calamidades naturales.
En paralelo con el crecimiento de la migración, aumentan de modo progresivo las
conductas y delitos vinculados a este fenómeno (como la trata de personas), lo que añade
a la gestión migratoria nuevos elementos que la complejizan. Por tanto, en las
circunstancias contextuales antes expuestas, una ejecución efectiva (eficiente y eficaz)
de los SME depende, inexorablemente, de la preparación y el desempeño profesional de
los funcionarios encargados de llevarlos a cabo y, por consiguiente, de la pertinencia y
calidad con que se desarrolle el proceso de formación de dichos funcionarios.
Al respecto, en la Conferencia Sudamericana sobre Migraciones (Buenos Aires, 2000), a
tono con lo expuesto en otros foros internacionales celebrados en el actual siglo, se
declara lo siguiente:
… el adecuado tratamiento de la temática migratoria demanda un gran esfuerzo de
modernización de su gestión, el fortalecimiento institucional de los organismos nacionales
con competencia en estos temas, la capacitación de los funcionarios públicos, la
actualización de las legislaciones nacionales y el desarrollo de mecanismos de
coordinación entre los Estados participantes. (citado en CEPAL, 2008, pp.72-73)
Los desafíos antes expuestos son plenamente válidos para la República de Angola,
donde resulta una necesidad mejorar la capacitación de los funcionarios que se
desempeñan en los SME. Lo anterior constituye una condición indispensable para la
modernización, así como el incremento de la eficiencia y eficacia de estos servicios.
Elementos teóricos, tendenciales y normativos que enmarcan la formación de los
funcionarios de los servicios de migración y extranjería en Angola
El concepto formación “tiene gran actualidad y es abordado con interés por su relación
con el desempeño profesional y su incidencia en el desarrollo social” (Valiente, González,
Castillo y Ugalde, 2011, p. 11). A partir del análisis de las múltiples definiciones aportadas
desde la pedagogía y otras disciplinas, se puede colegir que: “La formación ha de
entenderse como proceso y como resultado, que se distingue por su carácter sistemático
(continuo) y que está orientada a la adquisición, estructuración y reestructuración de
conductas a partir de los conocimientos, habilidades, actitudes y valores, bajo la guía de
objetivos previamente fijados” (Valiente y otros, 2011, p. 12).
Como apunta Sayago, “… el concepto de formación compromete todas las dimensiones
del desarrollo personal-social del ser humano en un aprendizaje constante cuya
orientación fundamental es transformar los sujetos” (2003, p. 57). Desde esta
perspectiva, que se comparte por los autores del presente trabajo, la formación debe
coadyuvar al desarrollo integral del hombre, a su mejoramiento constante como sujeto
durante toda su existencia, así como a su preparación para la vida en sociedad.
En la formación de los recursos humanos está generalizada la idea de dos grandes
ámbitos que son complementarios: la formación inicial y la formación permanente. Según
Immegart, la primera tiene la misión de “… dotar a las personas que están en este
proceso de un conjunto de herramientas y/o dispositivos que les ayuden a desarrollar las
capacidades para que puedan iniciar el ejercicio profesional” (citado en Valiente,
González y Del Toro, 2014, p. 6). A su vez, para Velázquez y Pérez, “… cuando se hable
del saber (…) de un profesional, al culminar su formación inicial, se estará haciendo
Opuntia Brava ISSN: 2222-081x vol. 11. Núm.1. enero-marzo 2019
Recepción: 04-03-2018 Aprobado: 25-11-2018