
dependiente del cumplimiento del todo. La competencia exige saber encadenar
diferentes actuaciones y no solo aplicarlas aisladamente.
Por otro parte, al ser consecuentes con la idea expresada en la introducción respecto a
la formación de profesionales, constituye una necesidad debido a los ritmos actuales de
desarrollo de la ciencia, la técnica y el arte, mantenerse actualizado en un mundo
globalizado y competitivo, en el cual el desempeño profesional de calidad es condición
de importancia vital. Se requiere, por tanto, actualizar y completar la formación de
profesionales para que, una vez insertados en las actividades laborales, puedan
enfrentar las crecientes demandas de la sociedad.
La influencia en la formación de los profesionales tiene la función fundamental de crear
cultura, lo que se expresa a través de la innovación de conocimientos científicos
mediante la elevación de la preparación científica, lo que propicia la creación de nuevos
conocimientos, con elevada calidad y relevancia. Por esta razón, la universidad tiene la
misión de proyectar la cultura hacia la comunidad, esto es promoverla, y nutrirse al
mismo tiempo de ella. Dicha acción se desarrolla a través de extensión universitaria,
que tiene como objeto el proceso de relaciones con la comunidad y como contenido, la
cultura acumulada y en desarrollo.
En este sentido, la universidad y la comunidad se retroalimentan mutuamente. La
primera ofrece elementos de análisis de la realidad, lo que permite un desarrollo de la
comunidad y esta, a su vez, brinda a la universidad conocimientos acerca de su
desarrollo, pasos de crecimiento y cambios que permiten al profesional saber cómo
ajustar planteamientos metodológicos, lo que hará efectiva una acción transformadora
llevada a cabo desde el lugar de cada uno.
Con el propósito de dar respuesta a estos retos, el proceso formativo universitario, en
su acepción más general, debe cumplir simultáneamente con tres funciones
fundamentales, íntimamente integradas, como expresión de las cualidades del proceso,
las cuales son: las funciones instructiva, educativa y desarrolladora. Por ello, si se
logran integrar en un único proceso estas tres funciones se forma un profesional para
que sepa hacer, con conocimiento científico acerca de lo que hace. Sepa del hacer,
extraer propuestas no solo técnicas, sino de progreso científico. Asimismo, que sea
capaz de integrar a la relación teoría-técnica los problemas a los que se enfrenta. De
ahí que, si el proceso de formación de los profesionales no cumple con estas tres
funciones, es un proceso incompleto.
Al tener en cuenta las características que sustentan las transformaciones tecnológicas,
científicas y culturales de las últimas décadas, se hace evidente lo complejo de la
formación profesional, ya que tiene la responsabilidad de capacitar profesionales para la
continuidad y el cambio. Estos dos elementos parecen contradictorios, sin embargo, en
su unidad posibilitan una actividad profesional consecuente y exitosa.
Por tanto, se requiere un profesional con espíritu adaptativo y no adaptativo, es decir,
profesionales capaces de reaccionar ante el cambio con conocimientos y habilidades
sólidas en su esfera, que les permitan incorporar nuevos conocimientos y habilidades
adecuados a los niveles de desarrollo. Por ello, en la formación profesional es más
importante lograr la capacidad de aprender, que aprender una gran cantidad de
conocimientos, en otras palabras, más que enseñar conocimientos es necesario
Opuntia Brava ISSN: 2222-081x vol. 11. Monográfico Especial. Febrero 2019
Recepción: 07-09-2017 Aprobado: 16-09-2018