Enfoque neurosociopsicoeducativo para el crecimiento personal en la universidad contemporánea
desde categorías pedagógicas medulares
Yorlan José Rivas Avila
Volumen: 17
Número: 4
Año: 2025
Recepción: 13/06/2025
Aprobado: 30/09/2025
Artículo original
social permite a los estudiantes aplicar conocimientos, desarrollar habilidades
interpersonales y fortalecer valores ciudadanos. Así, la formación universitaria se
convierte en un proceso de construcción de sentido y proyección social, en línea con los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (UNESCO, 2015; ONU, 2020).
Aprendizaje: reorganización neurofuncional y experiencia vital
El aprendizaje, dentro del enfoque neurosociopsicoeducativo, trasciende la función
cognitiva tradicional para entenderse como una reorganización neurofuncional y
afectiva que ocurre en contextos socioculturales significativos (López et al., 2022;
Immordino y Damasio, 2019). Aprender implica activar disposiciones neuronales,
asumir actitudes, valores y compromisos, y construir significado a partir de la
experiencia vital del estudiante.
La universidad debe propiciar ambientes de aprendizaje activos, colaborativos y
emocionalmente seguros, donde los estudiantes puedan experimentar, reflexionar y
construir conocimiento de manera autónoma y significativa. Estrategias como el
aprendizaje basado en problemas, el trabajo en equipo interdisciplinario, el uso de
simuladores y laboratorios virtuales, y la integración de tecnologías educativas
innovadoras, potencian la motivación, la creatividad y la autorregulación del estudiante
(Martínez y López, 2022).
Además, el aprendizaje universitario debe ser inclusivo y adaptativo, considerando la
diversidad de estilos, ritmos y trayectorias estudiantiles. La atención a necesidades
educativas
especiales,
la
tutoría
personalizada
y
el
acompañamiento
sociopsicoeducativo son esenciales para garantizar equidad y calidad en el proceso
formativo (Sánchez, F. y Gómez, R., 2023).
Educación: mediación, encuentro y transformación
Se concibe la educación universitaria como mediación y no como solamente la
transmisión, siendo el espacio institucional y simbólico donde convergen las
dimensiones biológicas, sociales y psicológicas del estudiante (García y Martínez,
2023). Reducir la educación a modelos fragmentarios centrados en el rendimiento limita
el crecimiento personal, al transformar el proceso educativo en una lógica instrumental.
Repensar la educación universitaria implica promover espacios de encuentro, diálogo y
transformación, donde el desarrollo integral y el bienestar del estudiante sean el eje
central de la acción pedagógica. La educación debe fomentar la participación activa, el
pensamiento crítico, la empatía, la cooperación y la responsabilidad social. Esto se
logra mediante metodologías participativas, la integración de la educación emocional en
el currículo, la creación de comunidades de aprendizaje y el fortalecimiento de la
relación universidad-sociedad (Gómez y Ruiz, 2023; Torres y Pérez, 2022).
Desarrollo: complejidad, rupturas y singularidad
Desde una lógica de complejidad, el desarrollo personal no puede entenderse como
una línea ascendente homogénea, sino como una trama de rupturas, continuidades y
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