Análisis crítico de la Inteligencia Artificial Generativa en teorías del lenguaje
Yolima Janeth Rodríguez Jiménez
Frank Albert Pama Arias
Volumen: 17
Recepción: 12/03/2025
Número: 2
Año: 2025
Aprobado: 01/04/2025
Artículo original
aceptación en contextos locales. Además, la educación crítica en el uso de tecnologías
de IA se presenta como una herramienta fundamental para empoderar a los usuarios y
fomentar un uso consciente de estas herramientas.
En efecto, la integración de enfoques éticos y la gobernanza transparente son aspectos
imprescindibles para garantizar que la IAG no perpetúe desigualdades estructurales.
Kessler y Casal (2024) sugieren que los lingüistas y sociolingüistas deben desempeñar
un papel central en la creación de marcos éticos para la IA, estableciendo principios de
transparencia, equidad y responsabilidad. Asimismo, proponen la realización de
auditorías externas independientes que permitan evaluar los sesgos presentes en los
modelos de IA, asegurando que las decisiones algorítmicas sean justas y explicables.
Estas medidas contribuirían a una regulación más estricta del desarrollo de IAG,
promoviendo la inclusión y la diversidad lingüística.
La interdisciplinariedad también desempeña un papel crucial en el diseño de modelos
de IAG más robustos y culturalmente sensibles. La colaboración entre lingüistas,
ingenieros, neurocientíficos y expertos en ética puede conducir a la creación de
modelos que emulen procesos cognitivos humanos, como la memoria episódica, la
integración multisensorial y el razonamiento pragmático. Inoue (2024) propone modelos
ecológicos de IA que incorporen variaciones dialectales y contextos culturales,
priorizando la creación de modelos ligeros y accesibles para regiones con
infraestructura tecnológica limitada. Esta aproximación no solo mejoraría la
comprensión lingüística de los modelos generativos, sino que también garantizaría su
relevancia y aplicabilidad en contextos diversos.
Y, aunque la inteligencia artificial generativa (IAG) promete ser una herramienta
universal, pero su desarrollo está marcado por una paradoja: mientras aspira a
trascender fronteras, reproduce jerarquías lingüísticas y cognitivas profundamente
arraigadas. La brecha entre lenguas hegemónicas y minorizadas, así como la
desconexión entre la cognición humana y la artificial, no son meros obstáculos técnicos,
sino síntomas de un problema estructural.
Estos retos exigen una revisión crítica de cómo la IAG conceptualiza el lenguaje y la
inteligencia, y cómo reproduce —o subvierte— desigualdades históricas. En efecto, los
modelos de IAG se entrenan con datasets que reflejan un orden lingüístico global
desigual. Por ejemplo, el 92% de los datos de GPT-4 provienen de fuentes en inglés,
chino mandarín y español, mientras que lenguas como el quechua, el náhuatl o el
yorúba representan menos del 0.3% (Bolaño-García, 2024). Esta desproporción no es
casual: responde a dinámicas coloniales que privilegian idiomas asociados con poder
económico y político. El resultado es una IAG que invisibiliza a más de 3,000 lenguas,
acelerando su extinción y marginando a sus hablantes.
Aquí, la lingüística de corpus aporta metodologías para recolectar y etiquetar textos en
lenguas de bajos recursos, como estrategia para democratizar la IAG, por un lado, se
propone que los lingüistas lideren los marcos éticos para IAG, con el fin de promover
transparencia en fuentes y mitigar estereotipos culturales (Kessler y Casal, 2024), y por
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