Mirar diferente al vínculo universidad-familia
Isidoro Alejandro Solernou Mesa
Elita Luis Pérez
Rafael García Cañedo
Volumen: 17
Número: Especial 1
Año: 2025
Recepción: 25/10/2023
Aprobado: 08/07/2024
Artículo original
En la Facultad “Miguel Enríquez”, de la Universidad de Ciencias Médicas de La
Habana, como parte de las actividades de formación vocacional y orientación
profesional es realizado cada vez que inicia un curso al menos una sesión con los
futuros nuevos estudiantes sobre este tema de la vida en la universidad, de la
organización del tiempo. Esta experiencia ha sido presentada en la jornada
CIENTIME 2019 por la Lic. María Elena Moureaux Castellanos, ya jubilada.
La universidad cada vez más se debe a la comunidad donde está enclavada. La vida
cultural y deportiva que en ella se desarrolla es muchas veces vetada para la familia.
Dígase “porque ya yo soy hombre (o mujer)”, “¿quién ha visto que tu-papá o mamá-
vaya a la universidad?”, las participaciones de los hijos en los festivales culturales,
en las competencias deportivas son actividades a los que la familia y la comunidad
podría integrarse y, ¿se integra?
Inclusive, desde este cuarto de siglo que ha transcurrido, sobre todo después del
periodo pandémico, han sido creadas alternativas con los Técnicos de nivel superior
de ciclo corto, que abren más posibilidades de estudiar en la universidad, además de
que estos propios centros han asumido la formación de técnicos medios y obreros
calificados, incluso cuando la matrícula es de nivel secundaria básica, como el caso
de la Universidad de Ciencias Médicas. Este nivel de formación técnica permite la
atención a la formación del capital humano en el sector específico, además que
garantiza la verticalización en el tránsito del mejoramiento profesional, lo que es una
manifestación de la educación permanente.
Esta situación no deja aparte el hecho de que el nivel de postgrado a través de los
cursos, diplomados, maestrías y doctorados exigen que el adulto, adulto medio y
hasta adulto mayor, llegue, de nuevo, a las aulas universitarias, sin olvidar la
importante “Universidad del adulto mayor”. ¿Qué papel juega la familia?
Queda como algo pendiente para los autores: la relación de la universidad con la
familia en el caso de la adultez y etapas posteriores, ya que hasta en la tercera edad
es posible estudiar en estos centros como lo ha demostrado la Cátedra del adulto
mayor.
Es posible percibir una posición coincidente a favor de que la universidad se ha
convertido en un escenario para toda la vida. Este juicio debe hacer pensar en qué
condiciones tiene que tener la dinámica familiar para permitir que uno de sus
miembros participe en ese el nivel de educación, más de una etapa de su vida.
Mucho más allá del apoyo económico imprescindible, la familia exige comunicación
permanente, acceso a la información de la marcha de ese nivel de formación.
La mayor parte de los adultos graduados universitarios actuales por cualquier tipo de
curso tiene en su historia de estudiante universitario el apoyo afectivo en los
momentos de evaluación final de uno de los años, la defensa de trabajos, en la
graduación. Siempre los padres en la casa y cada uno de los estudiantes
“¿independientes?” en la universidad.
Es cierto que, de permitirse, muchos de aquellos padres permisivos y
sobreprotectores, estarían frecuentemente en la universidad. Esa situación sería
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