Investigación sociolingüística en comunidades de habla para la preservación del patrimonio
lingüístico e identitario
Grechel Calzadilla Vega
Luis Daniel Sánchez Ravelo
Miriam Gladys Vega Marín
Volumen: 17
Número: 1
Año: 2025
Recepción: 14/09/2024 Aprobado: 21/12/2024
Artículo de revisión
Lazarte (2020) plantea que la lengua sustenta el proceso de formación de la identidad,
ya que permite al individuo crear vínculos de pertenencia, de manera que es posible
afirmar que la identidad se construye mediante las heterogéneas manifestaciones
lingüísticas, las que están signadas por la variación. La lengua, por tanto, constituye
una entidad simbólica de alta complejidad, un bien que nos identifica, que es a la vez
individual y social, y que heredamos de generación en generación con su carácter
unitario en lo diverso.
López et al. (2022) argumenta que “La identidad de un territorio se cimenta día a día y
se ve reflejada a través de su historia mediante la expresión de cultura y lenguaje” (p.
222). A la vez, se considera que “el concepto cultura concreta la actividad humana y
designa toda [su] producción (…) material y espiritual” y se entiende ante todo como
“encarnación de la actividad del hombre que integra conocimiento, valor, praxis y
comunicación” (Pupo, 2006, p. 65).
En este sentido, se asume, la cultura como “un sistema vivo que incluye un sujeto
socialmente definido que, actuando de determinada manera en una situación histórica y
geográfica específica, produce objetos materiales y espirituales que lo distinguen”
(Baeza y García, 2009, p. 52), como heredero, autor y actor de su cultura en un
contexto histórico, como consecuencia del principio sociopsicológico de diferenciación-
identificación en relación con otro(s) grupo(s) culturalmente definido(s) (Almazán y
Serra, 2009).
Ignatieva (2021), por su parte, asume la cultura nacional como perteneciente a un grupo
humano sociohistórico, caracterizado de forma particular por la comunidad tanto de
lengua como de formación psicológica, vida económica y territorio, que tiene su
manifestación en la comunidad cultural. Por tanto, la preservación lingüístico-cultural
representa un pilar para la propia identidad de la nación. En consecuencia, siguiendo el
criterio de que la lengua forma parte de la cultura y constituye su medio de transmisión,
además de erigirse como elemento de identidad cultural, se asume que
En los procesos comunitarios aparece con fuerza la búsqueda o el reencuentro de las
raíces, el pasado común, y de esa forma sus miembros llegan a comprenderse, a
concebir su identidad como grupo específico, como un conjunto dinámico de valores
donde se re-crea la cultura de manera cotidiana, lo que les permite la diferenciación con
otras comunidades debido a que éste [sic.] se revela de manera diferente entre
comunidades de acuerdo con sus características. (Causse, 2009, p. 4)
La variedad cubana del español constituye un importante factor preservador de la
identidad cultural de la nación, que en su devenir histórico se apropió del español
hispánico, adaptándolo a nuestras necesidades de existir, de sentir, de manifestarnos y
de comunicarnos, moldeándolo hasta convertirlo en una modalidad o variante
específica de una lengua multinacional.
A su vez, resulta expresión de la identidad cultural, al revelar la síntesis del largo
proceso de mestizaje biológico y cultural, de transculturación e intercambio lingüístico
que identifica a Cuba como nacionalidad (Valdés, 1994, 2007, 2011, 2015, 2020).
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