Impacto de la microbiota intestinal como desencadenante de la enfermedad de Parkinson
Karen Alexandra Morales Villacis
Verónica Elizabeth Padilla Vinueza
Volumen: 17
Número: 1
Año: 2025
Recepción: 23/07/2024 Aprobado: 12/11/2024
Artículo original
en el intestino (Vascellari et al., 2020). Se ha demostrado que el intestino afecta al
cerebro mediante el eje cerebro-intestino siendo esta una comunicación directa entre
estos dos órganos y que la microbiota intestinal desempeña una función significativa
tanto en el mantenimiento de la salud como en el desarrollo de enfermedades
(Vascellari et al., 2020).
Por tal motivo, cualquier modificación en la microbiota intestinal conduce a la disbiosis
intestinal, factor importante de sospecha del origen de la EP (KleineBardenhorst et al.,
2023). Los estudios para entender cómo se desencadena la neurodegeneración
intestinal se siguen desarrollando, aunque se sabe que el comienzo de la disfunción en
la integridad de la barrera intestinal se dé por la acción de ciertos factores
proinflamatorios generados por bacterias intestinales específicas (Nowak et al., 2022).
Varias estrategias se han desarrollado con la finalidad de mantener el equilibrio del
microbiota intestinal humana, siendo los probióticos y prebióticos una de las más
aceptadas ya que han demostrado mejorar la calidad de vida del paciente y a su vez
reducir el riesgo de presentar diferentes patologías. Los alimentos probióticos son
organismos vivos capaces de producir cambios beneficiosos en el organismo, mientras
que los alimentos prebióticos poseen una considerable cantidad de fibra que nutre de
forma ideal a la microbiota intestinal humana (Castañeda, 2018).
Eje intestino-microbiota-cerebro
El eje intestino-microbiota-cerebro hace referencia a la extensa red de conexiones que
conforman varios sistemas cardinales para permitir la comunicación recíproca entre los
microorganismos intestinales y el sistema nervioso. Está conformado por seis
importantes factores, la microbiota, el sistema nervioso entérico, sistema nervioso
autónomo, sistema nervioso central, sistema neuroendocrino y sistema neuroinmune
formando en conjunto una comunicación bidireccional (Gómez et al., 2019).
Para que se genere la comunicación entre los sistemas se requiere de la intervención
de vías específicas, sean directas o indirectas, que cuentan con vías neuronales,
transmisores químicos y el sistema inmunológico. La alteración del sistema nervioso a
través de señales nerviosas indirectas producidas en la regulación microbiana del
sistema neuroendocrino, permiten que los microorganismos sean capaces de alterar y
afectar las conductas alimenticias de su hospedador, como su apetito, por medio de su
capacidad de regular la elaboración de las señales endocrinas de las células
enteroendócrinas a nivel del epitelio intestinal (Gómez et al., 2019).
Además, la microbiota intestinal, puede dar origen a neurotransmisores como la
serotonina, dopamina, noradrenalina y GABA, aminoácidos como la tiramina y
triptófano y compuestos metabólicos microbianos como los AGCC y 4-etilfenilsulfato,
estos metabolitos tienen la capacidad de trasladarse a través del sistema portal, donde
tienen la habilidad de interactuar en el sistema inmunológico del hospedador,
consiguiendo fácilmente influir en el metabolismo, alterar las células neuronales del
sistema nervioso entérico y las vías aferentes del nervio vago que envían señales
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