El manglar y su impacto en la historia y cultura de Guayaquil, Ecuador  
Jorge Andrés Izaguirre Olmedo  
Dennys Patricia Jordán Correa  
Ana Luisa López  
Volumen: 16  
Número: 2  
Año: 2024  
Recepción: 19/09/2023 Aprobado: 18/03/2024  
Artículo de revisión  
El manglar y su impacto en la historia y cultura de Guayaquil, Ecuador  
The mangrove and its impact in history and culture of Guayaquil, Ecuador  
Resumen  
Bondades ecosistémicas en demasía, oportunidades recreativas e incluso experiencias  
culturales-espirituales se fusionan al concebir el término manglar. Para los guayaquileños  
crecer en medio de esta biodiversidad representa gran parte de su identidad, la nostalgia  
de la ciudad antigua cuya expansión urbanística no contempló al elemento primordial que  
ha habitado desde su fundación entre el río Guayas y del Estero. Guayaquil tiene una  
vida asociada al manglar. A pesar de su riqueza, los manglares no forman parte de  
declaratoria alguna como patrimonio de la humanidad; no obstante, constan como áreas  
protegidas del país y, las actividades humanas asociadas se consideran como patrimonio  
inmaterial. Es por eso que se propone esta temática como motor de investigación con el  
objetivo de promover la reivindicación histórica, social y científica al conocer todo lo  
referente a este ecosistema. La metodología de entrevistas a profundidad de este  
proyecto fue el insumo para un trabajo investigativo y minucioso que reivindica la  
participación de la academia como gestora cultural, al profundizar en la transmisión de  
valores y considerar que la cultura es parte de la interacción humana; por tanto, abarca  
formas, expresiones sociales, costumbres, rituales, vestimenta y normas de  
comportamiento que son parte del término.  
: manglar, ecosistemas, investigación cualitativa, cultura.  
Palabras clave  
Abstract  
Ecosystemic benefits in excess, recreational opportunities and even cultural-spiritual  
experiences merge when conceiving the term mangrove. For the people of Guayaquil,  
growing up in the midst of this biodiversity represents a large part of their identity, the  
nostalgia of the old city whose urban expansion did not contemplate the primordial  
element that has inhabited it since its foundation between the Guayas and Estero rivers.  
Guayaquil has a life associated with the mangrove. Despite its richness, the mangroves  
are not part of any declaration as world heritage; however, they are listed as protected  
1
Magister en Finanzas y Proyectos Corporativos. Docente e investigador. Tecnológico Universitario Life College  
International. Guayaquil, Ecuador.  
2
Magister en educación. Coordinadora de carrera de Comunicación/docente. Universidad Internacional del Ecuador  
sede Guayaquil, Ecuador.  
3
Magister en Gestión de la Calidad y la Productividad. Directora de carrera de Turismo/Docente. Tecnológico  
Universitario Espíritu Santo. Guayaquil, Ecuador.  
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Jorge Andrés Izaguirre Olmedo  
Dennys Patricia Jordán Correa  
Ana Luisa López  
Volumen: 16  
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Recepción: 19/09/2023 Aprobado: 18/03/2024  
Artículo de revisión  
areas of the country and the associated human activities are considered as intangible  
heritage. That is why this topic is proposed as a research engine with the objective of  
promoting the historical, social and scientific vindication of everything related to this  
ecosystem. The methodology of in-depth interviews of this project was the input for a  
thorough research work that vindicates the participation of the academy as a cultural  
manager, by deepening in the transmission of values and considering that culture is part  
of human interaction; therefore, it includes forms, social expressions, customs, rituals,  
clothing and behavioral norms that are part of the term.  
Key words: mangrove, ecosystems, qualitative research, culture.  
Introducción  
El ecosistema de los manglares es extraordinario y singular por su rica biodiversidad lo  
que contribuye al bienestar humano, a la seguridad alimentaria y a la protección de  
comunidades costeras en todo el mundo. No obstante, estos escenarios enfrentan  
vulnerabilidad; es por esto que la UNESCO estableció que el 26 de julio se conmemore  
el Día Internacional para la Conservación de los Manglares, porque su desaparición es  
proclive entre tres y cinco veces más rápido que la pérdida de bosques, lo que genera  
un impacto ecológico y socioeconómico significativo.  
El mangle, árbol emblemático de este ecosistema, tiene su nombre derivado de la  
lengua de los indígenas Guaraní, quienes lo denominaban como un árbol retorcido. Es  
un bosque tropical que se encuentra distribuido en todo el mundo, abarca  
aproximadamente 150 mil kilómetros cuadrados en 123 países. Estos se esfuerzan por  
regular políticas de conservación para proteger los servicios ecosistémicos que brinda.  
Aproximadamente 200 mil hectáreas de manglares están protegidas en áreas marinas y  
costeras a nivel global. Cada una ofrece servicios ecosistémicos valorados entre 2000 y  
9000 dólares por año, lo que representa un interés significativo en términos de  
producción. La UNESCO ha definido a los manglares como un vínculo entre la tierra y  
el mar, con sus raíces arraigadas en suelos expuestos a las mareas y aguas saladas y  
bajas en oxígeno. Este hábitat complejo es un refugio frágil y excepcional para  
numerosas especies que encuentran alimento desde las raíces entrelazadas hasta las  
puntas de las ramas.  
El ecosistema de los manglares se ubica en la zona intermareal, cerca de las  
desembocaduras de cursos de agua dulce en las costas de latitudes tropicales. Han  
desarrollado adaptaciones para sobrevivir en aguas saladas y suelos anegados; sus  
raíces aprovechan el oxígeno y algunas variedades cuentan con hojas que exudan sal a  
través de glándulas.  
Estos bosques de mangle son un recurso forestal significativo para la región  
intertropical del planeta. Según la Organización de las Naciones Unidas para la  
Alimentación y la Agricultura (FAO), en el año 2015, se registraron 4.6 millones de  
hectáreas de manglares en América Latina y el Caribe. Su rica biodiversidad los  
convierte en una de las cinco regiones más productivas del mundo. Aunque existen  
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alrededor de 20 especies de manglares, la composición genética varía según las  
condiciones geográficas y climáticas. Su evolución y distribución pantropical a lo largo  
de la historia han acentuado sus diferencias (López, 2006).  
Un alto porcentaje de los manglares en el mundo se encuentra en peligro; por eso, se  
reafirma la importancia de protegerlos como reservas de la biósfera. En Ecuador, los  
manglares tienen una gran relevancia histórica, y las comunidades asentadas en la  
costa se benefician del intercambio de bienes y servicios que proporciona este valioso  
ecosistema marino-costero. Según datos del Ministerio del Ambiente de Ecuador,  
recopilados en su estudio sectorial de 2015, el país cuenta con 157 mil hectáreas de  
manglar. De ellas, 134,133 hectáreas se ubican en la zona de Jama Zapotillo y 22,961  
en el Chocó ecuatoriano.  
Este ecosistema es crucial para la industria camaronera, al aportar 3,890 millones de  
dólares anuales por la exportación de camarón de cultivo, y también desempeña un  
papel importante en la producción pesquera, que genera 60 millones de dólares al año  
con el cangrejo. Según las investigaciones de Xavier Cornejo, se han identificado 179  
especies de plantas asociadas al manglar. Las especies dominantes en el manglar  
ecuatoriano incluyen Rhizophora mangle, R. racemosa, R. x harrisonii, Laguncularia  
racemosa var. racemosa, L. racemosa var. glabriflora y Avicennia germinans (Cornejo,  
2014). La Evaluación Nacional Forestal del Ecuador (ENF) ha documentado  
exhaustivamente la flora arbustiva y arbórea del manglar, identificando 179 especies de  
plantas vasculares junto con sus respectivas categorizaciones.  
El manglar proporciona diversos servicios ecosistémicos, como el almacenamiento de  
carbono. Cada hectárea secuestra 514 toneladas de carbono al año, esto es esencial  
para mitigar los efectos del cambio climático; también mejora la calidad del agua al  
reducir la carga orgánica y filtrar las aguas residuales a través de sus raíces,  
convirtiéndolas en biomasa. Además, ajusta el flujo para prevenir inundaciones, al  
evacuar el agua de lluvia y funcionar como una barrera efectiva contra la erosión  
costera y eólica, incluso en situaciones de huracanes.  
Las hojas maduras que caen de los árboles, conocidas como hojarascas, también  
proveen un servicio ecosistémico importante al aportar productividad primaria y  
nutrientes para otras poblaciones dentro del ecosistema del manglar, principalmente  
fósforo y nitrito. La destrucción de los manglares es evidente y se agrava debido a la  
falta de dragado en las cuencas y los ríos que rodean estas áreas. Por ello, tanto las  
autoridades como las Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) proponen  
iniciativas para protegerlos. Una forma de rehabilitar estos ecosistemas en Ecuador es  
mediante la siembra de nuevos manglares.  
Según la BBC Mundo, los manglares son una especie altamente efectiva en la  
purificación del dióxido de carbono, ya que una sola hectárea de bosque de manglar  
puede retener más de 1000 toneladas de CO2. Debido a esta capacidad, los viveros de  
manglar se han convertido en una alternativa viable para su reforestación. Darwin Tito,  
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Vicepresidente de la Fundación Calisur, fue quien inició la idea de estos viveros.  
Después de explorar diversas plantaciones de huertos cercanos, y tras buscar  
aspersores y aclimatar las plantas, obtuvo su primera planta de manglar. A partir de  
2009, en colaboración con camaroneros, cangrejeros y pescadores artesanales, se han  
plantado 3.5 millones de árboles de mangle rojo en 1,600 hectáreas.  
Los manglares son de gran importancia para las comunidades aledañas debido a la  
comercialización de los productos que habitan en este ecosistema. En la actualidad,  
existen 32 kilómetros de zonas no navegables, embancadas con un bosque promedio  
de árboles de 8 metros de altura, que secuestran dos millones de toneladas de CO2.  
Víctor Morocho, representante de la Asociación Manglares Porteños, destaca el  
proceso de siembra: se seleccionan las semillas de los árboles más frondosos, fuertes y  
altos, asegurándose de que sean de excelente calidad para evitar problemas con  
polillas u otros agentes que puedan afectar la siembra. A partir de 2008, se inició la  
producción de viveros de manglar en la Fundación Calisur en colaboración con el  
Ministerio de Ambiente y la Asociación Cangrejeros Balao, y se sembraron 1.5  
hectáreas de manglar en una piscina de 1200 semillas. En la actualidad, hay más de  
6,000 hectáreas de manglar reforestadas.  
El proceso de siembra de las semillas es totalmente artesanal: se llena el recipiente con  
sedimento lodo, se conecta una fonda a la boquilla y se empuja el lodo desde arriba con  
la mano, finaliza con la incrustación de la semilla de manglar. Para sembrar en el  
ecosistema, se necesita aproximadamente 90 días y se debe supervisar  
constantemente la adaptación de las plantas. Debido a su importancia ambiental al  
albergar una gran diversidad de flora y fauna, muchos humedales y manglares son  
considerados reservas ecológicas en todo el mundo.  
De ahí que, el presente artículo tenga como objetivo promover la reivindicación histórica,  
social y científica al conocer todo lo referente a este ecosistema en Guayaquil, Ecuador.  
Desarrollo  
En el Departamento de Nariño, en la parte sur del Pacífico de Colombia, se encuentra  
el Distrito Nacional de Manejo Integrado Cabo Manglares, que forma parte del Sistema  
Nacional de Áreas Protegidas de Colombia. Tiene una extensión de 190,282 hectáreas,  
de las cuales el 2.57% son ecosistemas de manglares. La Reserva Natural Sanguaré  
de Colombia abarca 598 hectáreas, de las cuales el 60% están destinadas a la  
conservación y contienen ecosistemas estratégicos, como el bosque seco tropical,  
humedales de agua dulce y sabanas naturales, conectados con manglares, lagunas  
costeras y praderas marinas. Esta reserva alberga una gran diversidad de fauna,  
incluyendo 232 especies de aves, 126 familias de insectos, 16 especies de ranas, 28  
especies de murciélagos, así como tigrillos, mapaches, osos, ardillas, venados y otros  
(Reserva Natural Sanguaré, 2023).  
El Encanto de los Manglares de Bajo Baudó, situado al sur del departamento de Chocó,  
es uno de los ecosistemas con mayor diversidad ecológica de Colombia y cubre una  
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extensión de 314,562 hectáreas. Cuenta con nueve ecosistemas y fue declarado parte  
del Distrito Nacional de Manejo Integrado de Colombia en 2017. El 78% de todos los  
manglares protegidos en el país se encuentran en esta área protegida.  
En el caso de Perú, en 2016, la UNESCO amplió la Reserva de Biosfera del Noroeste  
para incluir El Santuario Nacional Los Manglares de Tumbes, que está formado por un  
bosque compuesto principalmente por cinco especies de mangle. Esta reserva abarca  
una extensión de 2972 hectáreas y alberga una diversidad de flora y fauna que incluye  
148 especies de aves, 41 especies de plantas, 135 especies de peces, 16 especies de  
crustáceos y 74 especies de moluscos. Los Manglares de Tumbes se encuentran en la  
costa norte de Perú, en la provincia de Zarumilla, distrito de Aguas Verdes (PromPerú,  
2019).  
La Reserva de Biosfera Noroeste Amotapes-Manglares pertenece al Sistema Nacional  
de Áreas Naturales Protegidas de Perú e incluye el Parque Nacional Cerros de  
Amotape, el Coto de Caza El Angolo y la Reserva Nacional de Tumbes. Esta reserva  
abarca 27 distritos en 5 provincias de los departamentos de Tumbes y Piura. Aunque  
incluye la mayor área de manglar en territorio peruano, esta área corresponde al  
Santuario Nacional de Manglares de Túmbes, del cual se habló anteriormente. La  
Reserva de Biosfera Noroeste Amotapes-Manglares tiene una gran importancia  
económica y social para Perú, ya que proporciona recursos naturales clave para la  
gastronomía, como la concha negra y el cangrejo rojo, y también fomenta la  
conservación, el desarrollo humano y la investigación científica orientada al desarrollo  
de las comunidades locales.  
Además de estas reservas ecológicas declaradas, hay otros bosques de mangle  
presentes en Venezuela, Cuba, República Dominicana, Chile, México y otros países de  
América Central. En Ecuador, también se pueden observar bosques de mangle en la  
provincia de Manabí y Santa Elena, aunque los más representativos se encuentran en  
Esmeraldas y Guayas.  
En la provincia de Esmeraldas, Ecuador, se encuentra la Reserva Ecológica Cayapas-  
Mataje, que destaca por tener los manglares más altos del mundo. El gobierno de  
Ecuador ha incorporado esta área al Sistema Nacional de Áreas Protegidas debido a su  
importante sistema ecológico abierto, que interactúa con el mar, la tierra, la atmósfera y  
las aguas epicontinentales. En esta reserva, el Ministerio de Turismo ha establecido un  
centro de interpretación de la naturaleza con un museo, restaurante, tienda de  
artesanías y servicios higiénicos (Unidad Educativa Fiscal Eloy Alfaro de Esmeraldas,  
2023).  
La ciudad de Guayaquil, la segunda más poblada de Ecuador, ha ganado terreno entre  
las zonas pantanosas de los esteros y los manglares. Su historia está asociada al  
mangle, y desde su fundación, se aprovecharon los recursos naturales, incluyendo el  
agua cristalina del estero salado, que dio lugar a los "Baños del Salado". En los años 80  
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y 90, enfrentó el deterioro del hábitat debido a las actividades camaroneras que  
afectaron la biodiversidad.  
Guayaquil es un ecosistema tropical con una gran cantidad de mosquitos, lo que  
contribuyó a la propagación del paludismo. El manglar, con su complejo entramado,  
sirvió como protección contra los piratas. La ciudad también tiene una gran importancia  
económica y social debido a su sistema de manglares del golfo, que incluye varias  
áreas protegidas como el Área Nacional de Recreación Isla Santay, la Reserva de  
Producción Faunística Manglares El Salado, el Refugio de Vida Silvestre Manglares el  
Morro y la Reserva Ecológica Manglares Churute. Sin embargo, el crecimiento  
demográfico rápido de la ciudad hace necesario planificar su expansión urbana con  
considerables espacios verdes para el bienestar de la población.  
Estudios previos  
Chacón y otros (2020) señalan la necesidad de aumentar la cobertura vegetal y mitigar  
los riesgos de eventos climáticos mediante cambios significativos en la estructura de los  
bosques. Su afirmación coincide con los resultados obtenidos del estudio, así como con  
otros investigadores como Agraz-Hernández y otros (2020) que reportan pérdidas  
irrecuperables en la biodiversidad de los manglares que bordean el sistema estuarino  
de San Blas-laguna Grande en Nayarit, así como pérdidas económicas.  
Pernia y otros (2019) destacan los problemas de contaminación por metales pesados e  
hidrocarburos en los manglares del Ecuador, debido a actividades industriales como la  
explotación petrolera y la minería a gran escala. En ese sentido, Garcés y Bayona  
(2019) enfatizan la importancia de aplicar acciones preventivas y reductoras de  
contaminación para contribuir a la recuperación de los manglares y sus servicios  
ambientales. Colón, López y Rivera (2020) consideran que la contaminación de  
manglares representa un alto riesgo ecológico y un riesgo moderado para la salud.  
Montalván (2019) menciona una considerable disminución del manglar y un aumento no  
sostenible en el cultivo de camarón, lo que representa un riesgo para la naturaleza y la  
vida de los ecuatorianos. Castillo y otros (2021) señalan la falta de monitoreo en el  
control de los manglares, lo que ha dificultado la aplicación efectiva de soluciones  
técnicas de ingeniería ecológica para abordar problemas como la mortandad del  
manglar.  
Velásquez, Tovilla, Romero y De Jesús (2019) observan una mayor densidad de  
árboles juveniles en el bosque de manglar, indicando una etapa sucesional de  
comunidad intermedia con alta complejidad estructural. En este sentido, Romero,  
Tovilla, Torrescano y Schmook (2019) destacan que las especies de mangle más  
dominantes son Rhizophora mangle y Laguncularia racemosa.  
Moreno, Álvarez y Orozco (2021) identifican que la quema y tala han provocado  
pérdidas parciales en la estructura del bosque y compactación del suelo, lo que ha  
reducido el carbono almacenado en biomasa y suelo. Vega, Robles, Alvarado y Cedeño  
(2021) recomiendan la adopción de buenas prácticas de extracción de concha negra y  
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la preservación de los manglares, además de evaluar la contaminación ambiental  
debido a la disminución de la densidad de manglares.  
Echeverría-Ávila y colaboradores (2019) reportan que las acciones de restauración  
hidrológicas han mejorado las variables fisicoquímicas del suelo y facilitado el  
establecimiento e incorporación de nuevas especies de manglar en áreas de  
restauración. Así mismo, Tapia (2020) destaca la necesidad del compromiso de las  
personas para proteger el manglar y la naturaleza, pero señala que los altos costos de  
mantenimiento hacen insostenible el programa Socio Manglar en las asociaciones de  
Pongalillo y Las Huacas.  
Quiñónez, Nazareno, Camacho y Cedeño (2020) resaltan el papel de los manglares en  
la estabilidad ambiental y cómo su contaminación y reducción impactan gravemente a  
las comunidades cercanas a San Lorenzo, Esmeraldas, teniendo también un impacto  
económico positivo para el cantón.  
Procedimientos y hallazgos  
En este estudio se llevó a cabo una investigación cualitativa que se apoyó en dos  
técnicas: la investigación documental y las entrevistas a profundidad. Para la primera se  
utilizaron diversas fuentes como artículos publicados en revistas indexadas, que  
resumieron las principales conclusiones en la sección de investigaciones previas en  
este capítulo. También se incluyeron reportajes sobre manglares en Guayaquil y otras  
partes del mundo, así como investigaciones realizadas por el Ministerio del Patrimonio  
Cultural y sus análisis.  
En cuanto a las entrevistas a profundidad se realizaron a historiadores, biólogos e  
investigadores especializados en manglares. El equipo de investigación, además de los  
autores de este libro, contó con la participación de estudiantes de las carreras de  
Comunicación de la Universidad Internacional del Ecuador - UIDE. Las entrevistas se  
llevaron a cabo en persona, y se grabaron en formato de audio para su posterior  
análisis.  
Tabla 1  
Expertos entrevistados  
Entrevistado  
Cargo  
Gabriel Castro Mejía  
Este profesional es Licenciado en Turismo, cuenta con una  
maestría en Relaciones Internacionales y actualmente se  
encuentra cursando un doctorado en Historia y Política  
latinoamericana. Además, ha ejercido como docente en  
diversas universidades en Ecuador. Su destacada  
trayectoria como gestor cultural ha sido reconocida  
ampliamente, recibiendo en el año 2021 la prestigiosa  
medalla al Mérito Cultural otorgada por la M.I. Municipalidad  
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de Guayaquil, lo que lo posiciona como un gestor cultural  
por excelencia.  
Carlos Pacheco Navarro Profesional especializado en la conservación y museología,  
desempeñando su labor en el Instituto Nacional de  
Patrimonio Cultural (INPC) de Ecuador.  
Gloria López  
Posee una maestría en Gestión Cultural y otra en Ciencias  
Sociales con especialización en Antropología. Contribuye  
activamente en investigaciones culturales y se dedica a  
recopilar información de manuscritos coloniales en el  
Archivo Histórico del Guayas.  
Naskia Morán del Pozo. Es una bióloga con especialización en botánica que se ha  
destacado por su participación en el proyecto "Manglares del  
Ecuador: Un estudio entre la academia y los saberes  
ancestrales". Su tesis de maestría se centró en los  
manglares de la costa ecuatoriana. Además, como gestora  
cultural, comparte su visión y promueve iniciativas  
educativas para la preservación de estos ecosistemas.  
Marissa Bermeo  
Bióloga. Asistente técnico/Investigación en Centro Nacional  
de Acuicultura e Investigaciones Marinas (CENAIM).  
Ángel Emilio Hidalgo  
Posee un Máster en Historia y es un destacado historiador,  
investigador y especialista en la materia. Además, es  
reconocido como escritor por sus numerosos poemarios y  
antologías poéticas publicadas tanto en Ecuador como en  
América Latina. También desempeña labores como  
catedrático universitario.  
Rodolfo Pérez Pimentel  
Jenny Estrada Ruiz  
Jorge Albuja  
Es un profesional que cuenta con una formación en Derecho  
y también es especializado en Historia y Biografía. Ha sido  
honrado con el título de Cronista Vitalicio de Guayaquil y es  
miembro destacado de la prestigiosa Academia Nacional de  
Historia del Ecuador.  
Escritora, pianista e historiadora guayaquileña. Fue  
acreditada como investigadora en el Archivo General de  
Indias, por la Universidad de Sevilla y es miembro  
correspondiente de la Real Academia de la Historia  
Española.  
Educador y especialista en proyectos interculturales  
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asociados al fortalecimiento de la identidad cultural.  
Nota: Elaborada por los autores.  
En la década de los 80, el desarrollo económico de Guayaquil estuvo asociado al  
sistema de manglares del golfo que comprende el Área Nacional de Recreación Isla  
Santay, la Reserva de Producción Faunística Manglares El Salado, el Refugio de Vida  
Silvestre Manglares el Morro y la Reserva Ecológica Manglares Churute.  
Guayaquil tiene una vida asociada al mangle. Como relata el historiador Julio Estrada  
Ycaza es “un manglar con ínfulas de ciudad”; su ubicación geográfica extraordinaria  
permitió situarse, desde sus orígenes, en medio del mangle.  
Al ser considerada la segunda ciudad más poblada del Ecuador, tiene un crecimiento  
demográfico del 2,5 % al año; por lo que es necesario crecer de manera urbanística con  
espacios verdes considerables. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el  
índice verde urbano corresponde a 9 m2 por habitante; sin embargo, el Instituto  
Nacional de Estadísticas y Censos, INEC, realizó, en el 2010, el primer censo verde en  
el que se destaca que Guayaquil alcanza 1.13 m2 por habitantes en esa fecha.  
El manglar es parte de la Cuenca del río Guayas, así también constituye un sistema de  
protección social. En la época colonial Guayaquil fue uno de los astilleros más  
importantes de la mar del Sur, así lo denomina Fernando VII; por eso, la relevancia de  
su ecosistema la convirtieron en potencia que fabricaba 100 galeones; y, para cada  
uno, se necesitaba 1000 árboles. Sin duda, la vegetación era frondosa, así explica el  
historiador Gabriel Castro.  
Debido a su calidad de puerto, portaba una gran cantidad de productos como por  
ejemplo la zarzaparrilla, una especie de chile que creció en el río, cuya característica  
principal se asociaba a la cura de la sífilis. Por eso, gran cantidad de personas se  
bañaban en sus aguas para aliviar sus males; incluso, este producto se exportaba al  
igual que el cacao y el café.  
Guayaquil tenía un ecosistema tropical con una gran cantidad de mosquitos, el  
paludismo fue una de las enfermedades que azotó porque el manglar se convirtió en un  
depositario; así también la migración era una causa que acrecentaba esta situación.  
Con la llegada de los piratas, las ramificaciones de manglar, a manera de laberinto,  
sirvieron de protección bélica contra ellos.  
El manglar forma parte esencial de la identidad de Guayaquil. Según Gabriel Castro, su  
dimensión ecológica está estrechamente ligada a su cultura, y ambos aspectos deben  
mantenerse vinculados. La historia de Guayaquil tiene sus raíces al pie del Cerro Santa  
Ana o Lominchao, y tras varias ubicaciones, finalmente se estableció al pie de Cerrito  
Verde en 1547 bajo el liderazgo del Capitán Francisco de Olmos, en tierras del cacique  
Guayaquile, dando origen al nombre del río Guayas.  
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A medida que la ciudad creció, enfrentó invasiones y ataques de piratas, lo que llevó a  
los vecinos a trasladarse hacia la zona de la Sabaneta, que abarcaba desde la calle 9  
de octubre hasta la avenida Olmedo. Los astilleros se trasladaron al barrio del astillero,  
ganando espacio entre los esteros y manglares.  
La ciudad fue construida en torno al agua y el fuego, y se formaron los primeros barrios  
desde el norte hasta el sur, y de este a oeste. El área que ahora es el Malecón del  
Salado y los Baños del Salado fueron evidenciados en litografías de 1862, mostrando la  
intención de aprovechar los recursos naturales de la zona, especialmente los manglares  
y el agua cristalina del estero salado, que se convirtieron en los primeros balnearios.  
A inicios del siglo XX, un hito significativo en relación con el aprovechamiento del  
manglar fue la construcción del Barrio del Salado en las afueras de Guayaquil. En esta  
zona, las casas o mansiones se alejaban del centro de la ciudad para disfrutar de un  
clima beneficioso, y al acercarse al manglar, el aire se purificaba. Sin embargo, la falta  
de planificación urbanística ha llevado al deterioro del ecosistema del manglar, según  
Hidalgo, y esto ha tenido un impacto económico negativo. Se han desaprovechado  
recursos valiosos para proteger y promover el manglar, lo cual podría haber impulsado  
proyectos de reforestación y fomentado el turismo local y ecológico.  
Aunque en otros países estas zonas se consideran valiosas y altamente deseables  
desde el punto de vista económico, en Guayaquil no se ha tenido una visión de futuro  
que promueva una sociedad ecológicamente sostenible. A pesar de que en la  
actualidad la naturaleza y las áreas verdes han adquirido mayor importancia, Guayaquil  
ha vivido un proceso de modernización y desarrollo socio-urbanístico acelerado durante  
el siglo XX, sin una planificación adecuada en el manejo y uso del espacio urbano.  
El cronista vitalicio de Guayaquil, Rodolfo Pérez Pimentel, señala que, en el siglo XXI,  
la ciudad se ha diversificado económicamente y ya no depende de un solo producto,  
como sucedía en 1950. El manglar, a pesar de estar en retroceso, sigue siendo un  
ecosistema valioso que ayuda a prevenir inundaciones en la ciudad. No obstante, en la  
era de la modernidad, hablar del manglar a veces se considera como un propósito  
superado.  
La historia de Guayaquil muestra que los primeros habitantes se establecieron en la  
parte baja del cerro Santa Ana; pero, con el paso del tiempo, la ciudad se expandió  
hacia el sur, ocupando el Estero de cazones, que era un sitio de aprovisionamiento de  
mariscos y hábitat de diversas especies. Sin embargo, debido a las colonizaciones y  
construcciones de barrios en la zona sur, el estero salado no pudo ser conservado y el  
manglar sufrió daños. Con el auge de las exportaciones de banano desde 1946,  
Guayaquil se independizó gradualmente del manglar y comenzó a perder parte de su  
importancia histórica en la ciudad.  
La escritora, historiadora acreditada como investigadora en el Archivo General de  
Indias, Jenny Estrada Ruiz, está convencida de que Guayaquil representa un  
ecosistema fundamental; no obstante, insiste que se trata de una simbiosis muy  
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El manglar y su impacto en la historia y cultura de Guayaquil, Ecuador  
Jorge Andrés Izaguirre Olmedo  
Dennys Patricia Jordán Correa  
Ana Luisa López  
Volumen: 16  
Número: 2  
Año: 2024  
Recepción: 19/09/2023 Aprobado: 18/03/2024  
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arraigada. “No podría hablarse de una coexistencia natural si suprimimos al manglar.  
Mucho de la sustentación gastronómica, el factor alimenticio, del que se ha sustentado  
Guayaquil a través de su historia... la gente proviene del manglar, crustáceos, peces,  
todo. Por el documento histórico, la ciudad se pavimentó, cuando no había material  
para hacerlo, con conchas de ostiones, consumía tanto ostión la población que, el  
malecón, está firmado el terreno con conchas de ostiones”. La identidad guayaquileña  
se basa en el manglar, al igual que las construcciones antiguas; por tanto, representa el  
corazón del puerto principal.  
Los manglares ofrecen una amplia gama de servicios ecosistémicos, incluyendo  
beneficios alimenticios, materia prima, regulación climática, control de la contaminación,  
protección costera y oportunidades recreativas. Aunque estos aportes son valiosos, aún  
no se ha declarado oficialmente al manglar como patrimonio; no obstante, se encuentra  
dentro de las áreas protegidas del país. Las actividades humanas asociadas al manglar,  
como la recolección de conchas y cangrejos, son consideradas parte del patrimonio  
inmaterial del Ecuador según la UNESCO.  
La actividad de recolección de conchas, conocida como "concheo", es considerada  
ancestral y artesanal, transmitida de generación en generación dentro de las familias.  
Esta tradición cumple con los requisitos para ser considerada como Patrimonio  
Inmaterial, ya que se basa en el trabajo manual, ha sido transmitida por linajes  
familiares a lo largo de la historia y se remonta incluso a épocas anteriores a la cultura  
Valdivia.  
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) realizó un webinar en septiembre de  
2020 para identificar las actividades culturales asociadas a los ecosistemas de  
manglares y su importancia para las comunidades que los habitan. En la Isla Puná, en  
el estuario del río Guayas, la actividad conchera ha sido afectada por la actividad  
industrial camaronera. A pesar de ello, la comunidad de Campo Alegre ha logrado  
obtener una concesión de un área de manglar para la extracción de diversas especies  
de conchas, las cuales se han explotado desde tiempos prehispánicos, representando  
un valioso patrimonio cultural.  
La práctica del concheo tiene una organización social importante, y el estudio  
etnoarqueológico reveló que existen grupos focales, incluyendo personas mayores de  
75 años y adultos que se dedican exclusivamente a esta actividad. La preparación para  
la recolección de conchas incluye la selección adecuada de vestimenta y el uso de  
ciertas herramientas. La actividad está influenciada por las mareas, y las conchas  
recolectadas se comercializan en el Mercado Caraguay.  
En la comunidad de Campo Alegre, hay una conciencia arraigada sobre la importancia  
de cuidar el manglar, y se limita la recolección de conchas para garantizar su  
conservación. Incluso, se han propuesto iniciativas de reforestación por parte de la  
comunidad. La concha Prieta es una de las especies más vendidas en la costa, y los  
comerciantes pueden obtener beneficios significativos al vender este marisco.  
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Es por esto que la extracción del molusco representa un nivel de organización social así  
evidenció el estudio etnoarqueológico realizado por Carlos Pacheco, técnico zonal, en  
el que se asocia la actividad conchera como elemento cultural dentro del contexto de  
manglar en la Isla Puná en el estuario del río Guayas. El concheo es una actividad  
tradicional y esencial para ciertas comunidades costeras, siendo considerada  
patrimonio cultural ancestral por su arraigo generacional y su relevancia económica. La  
conservación del manglar es fundamental para asegurar la continuidad de esta valiosa  
tradición y los beneficios que proporciona a la comunidad. La comercialización de las  
conchas tiene un impacto significativo en la economía del país, generando 8000  
puestos de trabajo y sustentando a 15000 familias. Su aporte al Producto Interno Bruto  
(PIB) asciende a 15 millones de dólares anuales.  
El manglar, además de sus numerosos servicios ecosistémicos, desempeña un papel  
vital en la provisión de alimentos para las comunidades que dependen de él. Gloria  
López, técnica de la Zonal 5 del INPC, llevó a cabo una investigación que evidencia las  
manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) asociadas a los ecosistemas  
de manglares. Estas prácticas comunitarias son consideradas únicas, especiales y  
vulnerables debido a los beneficios que el manglar brinda a las personas, incluyendo  
bienes y servicios para la silvicultura y la pesquería, protección costera y contribución a  
la atenuación del cambio climático, así como la seguridad alimentaria para las  
comunidades locales.  
En las provincias costeras de Ecuador, existen reductos de manglar en varias áreas,  
incluyendo Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, El Oro y Guayas. Esta última alberga la  
zona de manglar más extensa alrededor del Golfo de Guayaquil, en el Estuario del Río  
Guayas, donde se encuentran las reservas más grandes de Sudamérica en el lado del  
Pacífico. Entre ellas se destacan la Reserva Ecológica Manglares Churute y la Reserva  
de Producción de Fauna Manglares del Salado, que rodean a la ciudad de Guayaquil.  
La Reserva Ecológica Manglares Churute, con un área de 55212 hectáreas, fue objeto  
de una investigación etnográfica que reveló las actividades culturales relacionadas con  
la recolección y captura de cangrejos y conchas. Durante los períodos de veda, la  
población se sustenta de la pesca de corvina blanca, róbalo, bagre y camarones.  
La principal actividad económica de los habitantes es la captura de cangrejos, una labor  
que se lleva a cabo de manera armónica y coordinada. Grupos de 10 a 15 personas se  
embarcan en canoas para realizar la faena. Con la vestimenta adecuada y utilizando  
herramientas como ganchos de hierro, piolas y repelente de mosquitos, inician su  
jornada a las 06:30, aprovechando las bajas mareas para capturar los cangrejos.  
La experiencia y conocimiento de los habitantes les permiten identificar a simple vista  
los cangrejos, distinguiendo entre machos y hembras. Respetan los procesos naturales,  
como el apareamiento y la autoveda de los cangrejos, y están conscientes de la  
importancia de mantener el equilibrio en la reproducción y sostenibilidad de su alimento  
y sustento.  
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En relación con los cangrejos, se sigue estrictamente la normativa impuesta por la  
Subsecretaría de Pesca, solo se capturan machos con caparazón de 7,5 centímetros o  
más. Una vez extraído el cangrejo, es envuelto en lodo para inmovilizarlo y luego se  
coloca en un saco donde caben entre 50 y 60 cangrejos. Estos son amarrados en 5  
atados de 12 cangrejos cada uno. La faena puede concluir entre las 10:00 y las 12:00  
horas, dependiendo de la habilidad y destreza del pescador.  
La degradación del manglar es evidente y se agrava debido a la falta de dragado en las  
cuencas y ríos. Ante esta situación, tanto las autoridades como diversas ONGs han  
comenzado a implementar iniciativas para protegerlo. Desde la década de los 70, con el  
auge de la industria camaronera y la falta de regulación en las invasiones, la población  
se ha visto afectada y ha tomado conciencia sobre la importancia de su preservación.  
Naskia Morán del Pozo, bióloga y gestora cultural, destaca la importancia de las  
acciones de reforestación, señalando que el manglar no es solo un ecosistema, sino un  
bosque que alberga una gran diversidad de plantas como helechos y líquenes de valor  
natural. Sin embargo, resalta la necesidad de un control y seguimiento adecuados  
durante el proceso de reforestación para asegurar la regeneración de diversas especies  
de manglar, como el mangle blanco y el jelí, que actualmente son menos conocidas y  
están en proceso de germinación.  
En Guayaquil, existen cuatro tipos de manglar: Negro, Rojo, Blanco y Jelí, aunque  
lamentablemente, solo quedan remanentes de estos ecosistemas. Por ello, es esencial  
enfocarse en la educación y sensibilización de las nuevas generaciones sobre la  
importancia del manglar como parte de la identidad cultural guayaquileña y como un  
recurso vital para la ciudad. Incluso, algunas organizaciones como "Amazona Lilacina,"  
"Amigos del estero salado" y "Mingas por el mar" trabajan en proyectos y actividades de  
conservación y concientización sobre el manglar y su protección.  
El manglar proporciona numerosos beneficios a las comunidades, tanto en términos de  
recursos naturales como en la protección contra inundaciones y purificación del agua.  
Además, su existencia contribuye a mantener la fauna y flora que lo habitan, lo que  
podría ser aprovechado como un atractivo turístico, por ejemplo, el turismo de pesca.  
La educación ambiental se convierte en pieza clave para el conocimiento de este  
ecosistema. Su preservación está relacionada con la historia y cultura de la ciudad; por  
eso, sería pertinente el desarrollo de proyectos que promuevan la conciencia por el  
cuidado de este hábitat. Marisa Bermeo, bióloga, promueve la conservación como una  
arista relacionada con el turístico porque “hay comunas cuyas generaciones viven de  
estas actividades; incluso para Guayaquil como ciudad también es vital porque padece  
de tantas inundaciones que están relacionadas directamente con su destrucción.  
Cuando los manglares están sobre el suelo tienen un efecto de retener sedimentos;  
entonces, cuando llueve podría disminuir el impacto”.  
Educar la importancia de la naturaleza y la diversidad cultural que existe en el territorio  
es el desafío del educador y especialista en proyectos interculturales, Jorge Albuja  
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porque es prioridad comprender la dinámica entre el río y la vida cotidiana dentro del  
territorio guayaquileño; esta es la única manera de vivir en comunidad a través de la  
educomunicación, una toma de conciencia desde la escuela.  
Conclusiones  
El análisis presentado destaca la importancia de mantener actividades culturales que  
aborden temas relevantes para la vida diaria porque proporcionan información precisa  
sobre la ciudad y sus componentes, lo que contribuye al conocimiento del entorno.  
Estas actividades pueden ser consideradas como una política cultural y educativa que  
fortalece la conciencia colectiva para conservar los recursos medioambientales y  
generar políticas estatales que promuevan este objetivo, especialmente cuando se trata  
de un tema vital como los bosques de mangle, que son reconocidos como los pulmones  
del planeta por el Banco Mundial.  
Dado que los manglares son reservorios de biodiversidad, el Programa de las Naciones  
Unidas para el Medio Ambiente promueve su protección a nivel mundial como medios  
de vida. El cuidado de los manglares es una responsabilidad compartida entre las  
autoridades, las instituciones privadas, gubernamentales y la comunidad en general. Al  
estar consciente de sus beneficios, habrá esfuerzos por conservar este recurso vital.  
A pesar de las constantes amenazas que enfrentan estas áreas, la educación para la  
concientización de actividades comunitarias y programas de reforestación juegan un  
papel fundamental en la lucha por el mantenimiento de los manglares como parte de la  
riqueza nacional.  
Según datos del Banco Mundial de 2019, más de 100 millones de personas en las  
zonas tropicales e intertropicales del mundo viven cerca de manglares, y cerca de 30  
millones en América Latina y el Caribe. Para ellos, los beneficios económicos derivados  
de sus actividades son importantes, pero a nivel global, los manglares son esenciales  
debido a todas las razones expuestas en este documento, como el desarrollo urbano  
sin planificación, la tala indiscriminada y las actividades camaroneras sin regulación  
adecuada. Es preocupante que el 70% de los manglares ecuatorianos hayan  
desaparecido en las últimas décadas, según el informe del Instituto de Ecología de  
México, lo que hace urgente tomar medidas para su recuperación.  
En Ecuador, los bosques de manglares abarcan cerca de 157.094,28 hectáreas,  
presentes en todas las provincias costeras, siendo Guayas la región con la zona más  
grande alrededor del Golfo de Guayaquil. En esta ciudad, hablar de manglares también  
implica asociarlo con la cultura histórica, ya que sus orígenes están estrechamente  
vinculados a él. Por lo tanto, es necesario reafirmar la conciencia social de los grupos  
asociados a este hábitat, ya que de todos depende si los manglares se convierten en un  
recuerdo o si se mantienen como una realidad presente.  
Los autores agradecen a los entrevistados que mostraron total apertura para enfocar  
sus respuestas como aportes significativos para aportar en el presente estudio. Así  
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mismo, reconocen el trabajo de los estudiantes que asistieron con el desarrollo de las  
entrevistas.  
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Volumen: 16  
Número: 2  
Año: 2024  
Recepción: 19/09/2023 Aprobado: 18/03/2024  
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Conflicto de intereses: Los autores declaran no tener conflictos de intereses.  
Contribución de los autores: Los autores participaron en la búsqueda y análisis de la información para el artículo, así  
como en su diseño y redacción.  
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