Historia, cultura y política: perspectiva para el análisis de la discriminación racial en el contexto  
cubano  
Sarais Díaz Pérez  
Clara de los Ángeles Guzmán Góngora  
Volumen: 15  
Número: 3  
Recepción: 17/03/2023 Aprobado: 29/06/2023  
Historia, cultura y política: perspectiva para el análisis de la discriminación racial  
en el contexto cubano  
History, culture and politics: a perspective for the analysis of racial  
discrimination in the Cuban context  
Clara de los Ángeles Guzmán Góngora2 (cguzman@ult.edu.cu) (https://orcid.org/0000-  
Resumen  
La discriminación racial constituye una de las problemáticas que afecta de manera  
importante el bienestar social y por consiguiente el desenvolvimiento pleno del hombre.  
Las transformaciones emprendidas en Cuba con la Revolución de 1959 para poner fin  
a esta forma de discriminación aún afrontan limitaciones; dado entre otras causas por  
la herencia histórico cultural del racismo que aún subsiste, no solo en la subjetividad  
sino en la práctica social. Aun cuando en las últimas décadas en Cuba los estudios  
sobre problemas raciales y discriminación han crecido de manera importante, es  
todavía limitado el enfoque integrador entre la investigación científica, la política y la  
práctica cotidiana. El presente artículo propone un análisis desde lo histórico, lo cultural  
y lo político, como perspectiva para contribuir desde un enfoque crítico y reflexivo en la  
formación de una cultura racial sustentada en la verdadera equidad y que ponga fin a  
las manifestaciones de discriminación que sobreviven.  
Palabras claves: raza, historia, cultura, política y discriminación racial.  
Abstract  
Racial discrimination is one of the problems that significantly affects social welfare and  
therefore the full development of man. The transformations undertaken in Cuba with the  
1959 Revolution to put an end to this form of discrimination still face limitations; given  
among other causes by the historical-cultural heritage of racism that still subsists, not  
only in subjectivity but also in social practice. Even though in the last decades in Cuba  
the studies on racial problems and discrimination have grown significantly, the  
integrative approach between scientific research, politics and daily practice is still  
limited. This article proposes a historical, cultural and political analysis as a perspective  
to contribute from a critical and reflexive approach to the formation of a racial culture  
based on true equity and to put an end to the surviving manifestations of discrimination.  
Key Words: race, history, culture, politics, and racial discrimination.  
La racialidad en Cuba  
En la última década en Cuba el tema racial ha sido objeto de análisis tanto en el  
espacio académico investigativo como en el ámbito de la política, siendo aun  
asignatura pendiente en lo tocante a la discriminación a partir del color de la piel,  
particularmente en personas de piel negra y mestiza. Aun cuando la Revolución aprobó  
1 Máster en Ciencias de la Comunicación. Licenciada en Filosofía e Historia. Universidad de Las Tunas. Cuba.  
2 Doctor en Ciencias Pedagógicas. Licenciada en Filosofía. Profesora Titular. Universidad de Las Tunas. Cuba.  
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una serie de medidas para poner fin a este flagelo social, sus expresiones en la  
sociedad cubana actual son visibles.  
Agudizada a partir de la llamada crisis de los 90, que no solo impactó la economía sino  
todos los ámbitos de la sociedad, emergieron situaciones de marginalidad, desigualdad y  
discriminación racial donde las personas de piel negra y mestiza están altamente  
representadas. En la búsqueda de alternativas que contribuyan para minimizar tales  
problemáticas ha crecido de manera importante la producción científica, los estudios  
sociales, redes académicas y la voluntad política del gobierno revolucionario.  
A pesar de que para aludir a la discriminación racial es necesario el acto o la acción  
discriminatoria, este fenómeno se esconde además en la subjetividad, lo que indica que  
no siempre el discriminador se asume como tal y en no pocos casos el discriminado  
reconoce ser discriminado, de ahí la complejidad que lleva la solución de tales  
problemáticas.  
El presente artículo propone una mirada epistemológica enfocada en la perspectiva  
histórico cultural y la política social para el análisis de la discriminación racial en el  
contexto cubano, como aspectos base para la comprensión de las manifestaciones  
actuales de discriminación, unido a las expresiones de estereotipos y prejuicios racistas  
que afectan de manera importante a las personas de piel negra, lo que convierte a estos  
grupos y sectores sociales en vulnerables a la discriminación.  
Las razas han sido un intento de clasificación de los seres humanos. Tal clasificación ha  
variado según la época, la cultura y el contexto, se refieren en lo fundamental a los  
aspectos físicos visibles como el color de piel, características del cabello, forma del  
cráneo y otros. La Antropología Física ha sido la ciencia encargada de estos estudios, ya  
en el siglo XX se desarrolla una nueva disciplina la Antropología Biológica que asume las  
investigaciones desde esta perspectiva, o sea desde el análisis biológico.  
En pleno desarrollo del capitalismo en el siglo XVII surgen las primeras clasificaciones  
raciales, resultado del proceso de conquista por el viejo continente de extensas áreas  
tanto en el continente, como en el descubrimiento de nuevas tierras de las cuales  
tomaron posesión en calidad de colonias.  
El término raza es literalmente un invento, pues no tiene nada que ver con la estructura  
biológica de la especie humana, resulta evidente que el concepto nace asociado a la  
idea de justificar el dramático fenómeno de la trata negrera, que alimentó la fortuna de  
unos y lanzó a otros al infortunio, los colonizadores codificaron como color los rasgos  
fenotípicos de los colonizados y lo incorporan desde la ideología como un elemento de  
diferenciación, que legitimó la dominación. (Morales, 2010, p. 9)  
Connota en esta idea el carácter clasista del concepto raza, unido al sustrato ideológico  
que encierra al imponer una concepción de supremacía de unos grupos sobre otros a  
partir del color de la piel, aspecto que justificó durante siglos el dominio, las guerras, la  
esclavitud y el sometimiento de millones de seres humanos.  
De hecho, sobre las razas Guanche (2013, p. 219), refiere que  
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es un concepto tan histórico y científicamente convencional y cambiadizo como social y  
vulgarmente altanero y despiadado. Pocos conceptos hay más confusos y envilecidos  
que el de raza. Confuso por lo impreciso e imprecisable, envilecido por los ruines  
menesteres políticos y sociales en que ha sido y es empleado.  
Desde su acepción sociocultural, constituye una construcción que varía en  
correspondencia con el contexto en que se vive, incorporándoles valores, creencias  
ideas y patrones. La “racialidad” entonces está relacionada con el color de la piel, con  
la ascendencia de grupos sociales, calificativo que indica diferenciación social, cultural,  
económica y política. Desde esta perspectiva histórico-cultural Martínez (2012, p. 12),  
enfatiza que  
como construcciones sociales, las razas identifican o marcan a grupos humanos  
respecto a otros grupos, en dependencia de relaciones que sostienen entre sí;  
construcciones elaboradas en un medio específico, históricamente determinable, en  
íntimos nexos con las relaciones sociales, las clases sociales y las acumulaciones  
culturales de la sociedad de que se trate.  
Referir la historia de la discriminación racial en Cuba nos remonta necesariamente  
hacia (1590 -1593), período en que se inicia el proceso de trata y esclavitud, con lo que  
comienza la introducción de la fuerza de trabajo esclava. Traída en las más inhumanas  
condiciones constituyeron una fuerza decisiva, aunque no la única en la producción de  
la riqueza nacional; jornadas extensivas, maltratos y abusos, caracterizaron este  
proceso, el negro fue considerado cualquier cosa menos un ser humano.  
“El esclavo era considerado como el equipo fundamental del ingenio (…). Instrumento  
de trabajo, tosco, grosero, de inconveniente manejo, que al desecharlo cuando fuera  
enteramente inútil, solo habríamos malgastado el tiempo de su uso(Moreno, 1978,  
p.78).  
La vida social de los negros y mulatos libres en la colonia nos muestra que el ascenso  
social de los mismos estaba dado sólo con referencia al mundo de los de color, no con  
respecto al de los blancos, pues el negro no disponía de ningún mecanismo para  
recorrer la formidable distancia social que lo separaba del blanco. Aspecto que acentúa  
en última instancia la imposible la aproximación social del negro al blanco, lo que  
explica por qué la pequeña burguesía negra y mulata hasta fines del siglo XVIII renunció  
a la búsqueda de la igualdad y se conformó con la imitación. (Duarte,1990, p. 26)  
La historia de la esclavitud y su correspondiente ideología racista pone al descubierto  
un estatus social de negros y mestizos que trasciende a la cultura, para enraizarse en  
la subjetividad no solo del discriminador sino también del discriminado, proceso difícil  
de superar y asumir después de casi cinco siglos de inferiorización e invisibilidad del  
negro, como afirma Fanón (2011, p. 14), “El negro enfrenta la baja autoestima, la  
invisibilidad, la devaluación constante, el hábito servil, el miedo a levantar la mirada y la  
imposibilidad de ser, en lo personal, un individuo pleno”.  
La valoración de este fenómeno permite entender que la liberación del negro, va más  
allá de la libertad económica o social, precisa de cambios culturales, que deben  
acompañarse de un profundo proceso político, teniendo como premisa las  
particularidades de cada contexto.  
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En Cuba, la esclavitud estampó la sociedad colonial durante tres siglos y medio, lo que  
estableció una desventaja histórica para el ascenso social y el nivel de vida de los  
esclavos y sobre todo de sus descendientes, que fueron convertidos en fuerza de  
trabajo asalariada. De tal modo que la colonia siguió viviendo en la República nacida en  
1902, y que durante casi 58 años estuvo marcada por una estructura social de  
dominados y dominadores aspecto en el que el fenómeno de la discriminación alcanza  
mayor connotación.  
La discriminación racial no puede sustraerse del proceso histórico que le dio origen, los  
negros y mestizos construyeron su historia de manera muy diferente a los blancos. Los  
hombres negros y las mujeres negras pertenecen a un grupo poblacional que ha tenido  
que enfrentar (con particularidades concretas en cada país) situaciones de  
discriminación, marginación y desvalorización social legitimadas en una ideología  
racista. Esta pretende la homogeneidad como ideal, Cuba no ha escapado a este mal  
social. (Almeida, 2011, p. 137)  
La historia del negro africano traído a América fue cruel, agónica; como señala Ortiz  
arrancados de otro continente como los blancos, es verdad, pero vinieron sin voluntad  
ni ambiciones, forzados a dejar sus libres placideces tribales para aquí desesperarse  
en la esclavitud (Guanche, 2013).  
El análisis de la discriminación racial debe asumir la mixtura cultural en que cristalizo la  
nación cubana, donde los venidos de áfrica; aun cuando conservaron y transmitieron  
sus ancestrales prácticas, como signo de identidad y símbolo de resistencia cultural; no  
fueron pocos los momentos en que su cultura fue considerada como inferior.  
Cierto es, que la cultura de la descendencia africana se sincretizó con la cultura  
española y otras, dando lugar al mestizaje que no pudo borrar la identidad individual y  
colectiva; las dramáticas condiciones en que llegaron los negros del continente africano  
se transmitió de generación en generación, se integraron a la forja de la nación cubana,  
con esperanza de un regreso que nunca se dio. Así fue integrándose una cultura que  
rescató las raíces africanas y fraguando la cultura nacional, emergida de una cultura  
hegemónica y colonizadora.  
Bajo esta realidad el racismo y la discriminación se alimentaron también de los  
estereotipos negativos y prejuicios en relación con las culturas venidas de África; lo que  
ha traído que la hegemonía de la llamada hispanidad blanca no haya desaparecido aun  
de nuestra cultura a pesar de los esfuerzos que se hacen por rescatar los valores de la  
presencia africana en el seno de la cultura nacional. (Morales, 2010, p. 42)  
Se asume entonces que la transculturación como proceso no estuvo exento de  
contradicciones, complejidades y hasta traumatismos para las culturas heredadas de  
África. En las primeras décadas del siglo XX cubano tiene lugar una persecución de  
corte racista contra la población cubana de origen negro y mulato, fruto de sus  
prácticas religiosas como expresión de su cultura. Luego de los sucesos de 1912  
contra el Partido Independiente de Color, se acrecienta esta represión.  
Al decir de Natalia Bolívar (1995, p. 9),  
se desata una cruel represión contra negros y mestizos y se produce una vuelta al  
mundo subterráneo de las deidades del panteón afrocubano, las cuales, de nuevo, se  
encubrieron bajo las formas de los santos católicos. Se observa una proyección  
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gubernamental, a través de sus cuerpos represivos, de inculpar a los negros  
descendientes de esclavos, a los criollos y a los mestizos de prácticas de brujería,  
fetichismo y, en múltiples casos, de asesinatos, robos y violaciones, a fin de sembrar el  
miedo en la población blanca del país.  
Bajo estas condiciones los negros desarrollaron sus prácticas religiosas bajo el  
sometimiento de una cultura hegemónica, aun cuando impactan esa hegemonía  
mayoritariamente blanca, produciéndose así una mezcla a la que Fernando Ortiz  
denominó “ajiaco”3 que al decir de algunos investigadores aún se está cocinando y se  
le siguen añadiendo ingredientes, donde los de la cultura africana son esenciales.  
La Revolución Cubana acometió transformaciones en todas las esferas de la sociedad  
y que trascienden a la cultura, iniciándose un proceso de conversión de la cultura  
elitista a la cultura de masas, que se hizo acompañar desde la política cultural diseñada  
por la nueva dirección política de la nación en la que se reafirma el desarrollo de la  
identidad nacional y la vocación universal y profundamente latinoamericana y caribeña  
de la cultura nacional, unido al reconocimiento a la diversidad cultural, sin embargo en  
los documentos que norman dicha política cultural no queda explicito el reconocimiento  
del legado africano a nuestra cultura, siendo un elemento esencial en la conformación  
de la cultura nacional.  
No declarar las tradiciones heredadas de la cultura africana como componente esencial  
de la nación, favoreció el fortalecimiento de un imaginario popular y creencias en  
relación a ellas que trasciende hasta nuestros días desde donde se acentúa la  
discriminación hacia estos grupos; harto conocido fueron los enjuiciamientos y  
prohibiciones a que fueron sometidas que solo comenzó a modificarse a partir de  
declararse la proyección socialista de la Revolución Cubana.  
Sobre este proceso Bolívar (1995, p. 12) afirma que  
estas religiones sufren el cambio político del éxodo de la espiritualidad del pueblo  
cubano, hacia un materialismo ajeno a su idiosincrasia. Sin ser «perseguidos», en las  
planillas y las biografías exigidas a la población para aspirar a algún centro laboral  
(todos estatales) aparecía un acápite donde se preguntaba: ¿A qué religión pertenecía?  
Si se contestaba afirmativamente, se sabía de antemano que no ocuparía ningún puesto  
directivo ni de importancia y, por supuesto, sería vetado para su militancia dentro de las  
filas del Partido Comunista. Con esto se creó una doble moral digo que no, pero en  
silencio y a escondidas la practico», o, como muchos hicieron, renegaron de sus raíces,  
botando sus santos, lo que equivale a decir, sus creencias. Esto crea un estado de  
incertidumbre por una imposición histórica ajena a nuestra cultura, en el que tres  
generaciones de cubanos se ven desarraigados de su espiritualidad.  
Se produce así el olvido de lo que aportó a la fragua de la nación y a sus luchas  
libertarias la población negra, esclava por demás; de ellas heredamos también  
fortaleza, resistencias y una fuente inagotable de conocimientos, que se integran a los  
3 Ajiaco: aunque es el nombre dado a un tipo de sopas típicas de la Hispanoamérica intertropical, hecha mayormente  
a base de diversos ingredientes sólidos como legumbres o tubérculos picados en trozos, y trozos pequeños de  
diversas carnes. En Cuba el término fue acuñado por Fernando Ortiz, para referirse a la mezcla que se produjo como  
resultado del proceso de conquista y colonización, resultado de lo cual se mezclaron el indio, el español y el negro,  
dando como fruto una diversidad de colores, costumbres, tradiciones y prácticas que se fundieron para dar lugar a lo  
cubano.  
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valores éticos de la nación y a la cultura. A pesar de ello, en la década del 90 o período  
de crisis, se amplían estas prácticas culturales y religiosas y el proceso de simbiosis,  
confluencia y complementación cultural en Cuba se consolida sin que ello signifique su  
culminación.  
Racialidad y política en Cuba: complejidades de una relación  
La sociedad en su expresión más general tiene su esencia en el conjunto de las  
relaciones que en ella se producen, esas relaciones se fijan sobre bases económicas  
que poseen un carácter determinante pero no único, se asume así una postura  
epistémica desde la concepción de Marx, que supone el análisis de los procesos en  
sus interrelaciones, contradicciones y condicionamientos mutuos, presupuesto para el  
análisis del tema racial en su vínculo con la política.  
El nexo raza y política a lo largo del período colonial en Cuba tiene como punto de  
partida, la existencia de un régimen esclavista sustentado en una ideología racista,  
sobre la base del cual se define el estatus social del negro, no solo excluido, sino en  
muchos casos satanizado como peligroso y rebelde, pero a su vez garantía del sistema  
productivo, aspecto muy tratado en la literatura de corte histórico.  
La República Neocolonial representó la intromisión abierta de los Estados Unidos en  
Cuba tanto en lo económico como en lo político, de manera que los cambios sociales y  
dentro de ellos los raciales responden también a esos intereses. Se produce un proceso  
de complejidad de las políticas raciales de Cuba. Ni la integración racial absoluta ni la  
exclusión lineal caracterizan la historia de Cuba como nación independiente. (De la  
Fuente, 2014, p. 16)  
La constitución de 1901 expresa el reconocimiento al negro como ciudadano, en tanto,  
la naturaleza clasista, los intereses políticos y la pervivencia de la discriminación,  
contrasta con la puesta en práctica de este derecho. Las personas negras, o no  
blancas en sentido general vivieron en la generalidad de los casos, como grupos  
excluidos y marginados.  
De acuerdo con Morales (2010, p. 16),  
los prejuicios y estereotipos negativos, la discriminación y el racismo contra los no  
blancos, y en especial contra los negros, pasó de la colonia a la república sin que  
hubiese avanzado prácticamente en su solución, a pesar de la amplia participación de  
los negros en las cruentas batallas libradas por la independencia de la isla.  
La llamada sociedad de color en Cuba a lo largo de la república, se integra por  
asociaciones diversas, destaca entre ellas el Club de Atenas; que se conforma por  
negros de buena posición económica y de prestigio profesional, lo que indica que los  
negros continuaban subrepresentados, aunque habían logrado cierta visibilidad, pero  
su posición solo estaba dada con respecto a los de color.  
La Constitución del 40 marca una pauta en el reconocimiento a la igualdad de derechos  
ciudadano, al proscribir la discriminación, y proponer la integración racial de la nación,  
de igual modo fueron en muchos casos violentados tales preceptos. La Cuba anterior a  
1959 era profundamente racista. En una pirámide de jerarquía social, base que  
compartían con otros pobres, aunque incluso con desventaja. Ser negro y ser pobre se  
comportaban casi como equivalente, y aunque todos los pobres no eran negros, la  
mayoría de los negros eran pobres. (Morales, 2010, p. 26)  
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A lo largo de la República, afirma De la Fuente (2014), que la lucha por la igualdad  
racial se vinculó a los destinos del movimiento obrero radical y a la “efectividad” del  
sistema político(p. 22). De manera que el debilitamiento del movimiento obrero y  
comunista hacia finales de la década del 40 debilitó también la lucha por la igualdad  
racial, y desde lo constitucional no se aprobaron leyes complementarias contra la  
discriminación.  
Es con la Revolución que se inicia un proceso de renovación estructural a partir de lo  
cual se socializan todos los espacios tanto de las élites blancas como de los negros y  
mulatos, a favor de una sociedad sin razas desmontando las estructuras que  
legitimaban la discriminación racial, a sabiendas de la complejidad de poner fin a esta  
problemática.  
Aun cuando la política revolucionaria fue trascendental para la eliminación de la  
discriminación racial, el idealismo que caracterizó este proceso limitó su alcance, no fue  
suficiente declarar que era un problema resuelto, eran necesarias leyes  
complementarias y medidas que particularizaran en la realidad de cada grupo social  
aspecto que en la práctica no se dio; de modo que un problema que había sido  
declarado políticamente como resuelto, emerge hoy con manifestaciones diversas, que  
van más allá de actitudes estereotipadas o prejuiciadas, para ser un racismo que en  
apariencias sobrevive en la subjetividad sin embargo es real, sentido y practicado tanto  
a nivel individual como social.  
Un análisis crítico de la política revela limitaciones en estudios sociales y censos  
poblacionales en relación a la variable color de piel; aspecto que dificulta la inclusión,  
asimilación y transformación de la realidad de grupos sociales vulnerables en los que  
negros y mestizos están bien representados.  
A pesar de ello, Almeida (2011, p. 140), enfatiza que  
los cambios experimentados en el panorama social cubano lograron desmontar en el  
orden público y a nivel institucional políticas articuladoras de procesos discriminatorios  
basados en el color de la piel, posteriormente las desigualdades raciales fueron  
abordadas como expresión de las diferencias de clases (…). No obstante, se alcanzaron  
a mediano y largo plazo índices de igualdad racial en indicadores como la educación, la  
cultura, el deporte y la esperanza de vida. (p. 140)  
La crisis de los 90 en Cuba o “Período Especial” removió esos indicadores que daban  
cuenta de la igualdad racial en la población cubana, unido a la permanente controversia  
y agresividad del vecino poderoso del norte, todo lo cual agudizo la crisis  
socioeconómica del país afectando de manera importante a la población negra,  
marcada históricamente por la desventaja social dado sus puntos de partida de un  
pasado esclavista y racista.  
Un estudio realizado por el Instituto de Antropología de Cuba (2011), reveló indicadores  
que confirman el estatus socioeconómico de familias negras y mestizas en algunas  
localidades del país. En tal sentido, se confirma que como grupo social están mejor  
representados en el sector no emergente de la economía cubana, incluso con altos  
niveles profesionales, no así en la economía emergente donde los ingresos son más  
elevados, se alude que las familias negras y mestizas acuden a estrategias de  
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sobrevivencia más que las familias blancas, de igual modo se concentran en los  
lugares y barriadas de peores condiciones habitacionales.  
Una visión más actual de la problemática racial confirma la voluntad política de poner  
fin al racismo, la creación del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación  
Racial (GEC) y la Comisión Aponte de la unión de Escritores y Artistas de Cuba  
(UNEAC) son algunos de los espacios institucionales que dan cuenta de ello,  
propiciando el dialogo e intercambio permanente en la lucha antirracista.  
A pesar de ello, se coincide con Cuba (2019), cuando expone que falta actitud crítica  
para resolver los problemas de discriminación que aún subsisten , lo cual ha llevado  
según criterios consensuados, a una callada y “resignada” aceptación por parte de la  
mayoría de los negros y mestizos hacia las manifestaciones «neoracistas» que  
observan en su entorno, quienes confiados en la política gubernamental revolucionaria  
que aboga por la igualdad, han estado a la espera de un cambio real que termine con  
el mito de las “igualdades sociales”, que llevó, en más de una oportunidad, a la  
incomprensión y represión -tácita o explícita- hacia aquellos que levantaron su voz ante  
el silencio y la desigualdad, voz juzgada para algunos extemporánea y propulsora de la  
división nacional.  
Considerando que la discriminación racial constituye un proceso multidimensional y  
multicausal, resulta necesario el abordaje más profundo y articulado entre las  
investigaciones científicas y la puesta en práctica de las políticas a fin de generar  
soluciones más concretas, máxime en las condiciones actuales de agudización de las  
desigualdades de carácter económico y social, más aguda en determinados grupos  
raciales como los negros y mestizos.  
Consideraciones finales  
La crisis global constituye una característica del contexto actual, emergen y se  
agudizan en este contexto problemáticas sociales como la discriminación racial y otros  
concomitantes con este flagelo; Cuba no escapa de esa realidad, de manera que para  
poner fin a la discriminación por el color de la piel se precisa de un dialogo critico que  
permita reconocer nuestras limitaciones así como de acciones que desde las políticas  
encaren la diversidad de formas de discriminación que aún subsisten en el país, en una  
perspectiva de disminuir las brechas de equidad social.  
Se precisa además de la integración de saberes, desde la investigación científica con la  
práctica cotidiana, a fin de fomentar una cultura racial que con base en la historia y las  
prácticas culturales contribuya a la verdadera equidad y la justicia social.  
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