Desafío de la educación integral de la sexualidad en adolescentes y jóvenes
Lucía Rafael Martínez
Lianne Mosqueda Padrón
Volumen: 15
Número: 3
Recepción: 28/12/2022 Aprobado: 13/04/2023
La educación de la sexualidad está estrechamente relacionada con la comprensión, la
reflexión y el discernimiento, y fortalece las bases para el aprendizaje a lo largo de la
vida, preparando a los adolescentes y jóvenes para la vida adulta. Para Cerruti (2015)
citado por Rafael (2021) la educación integral de la sexualidad:
Es el proceso educativo continuo vinculado profundamente a la formación integral de
niñas/os y adolescentes que les aporte información científica y elementos de
esclarecimiento y reflexión para incorporar la sexualidad de forma plena, enriquecedora,
responsable y saludable en los distintos momentos y situaciones de vida. (p.98)
En este sentido Rafael y Masagué (2017) sostienen que el profesional debe fomentar
en el adolescente y el joven el respeto a sí mismo, a su capacidad de acción, la
capacidad de autoanalizarse para perfeccionarse, el sentirse comprometido con sus
tareas y la asunción de las consecuencias de sus actos, aspectos que contribuyen al
fomentar de la seguridad en lo que hace y se propone, fortalecimiento de la autoestima,
responder a las tres preguntas: ¿quién soy?, ¿dónde estoy? y ¿a dónde voy?, fomentar
el espíritu de auto evaluación y autocrítica, cumplir con lo propuesto, responder con sus
actos y pensar antes de actuar.
Por todo ello, en la actualidad no es suficiente preparar a los adolescentes y jóvenes
para el trabajo y la vida en colectivo, desarrollar sus capacidades intelectuales y físicas,
formar un sólido sistema de convicciones, entre otros aspectos de suma importancia, se
requiere también prepararlos para el amor y la sexualidad, enseñarlos a establecer
relaciones responsables y enriquecedoras, al seleccionar la pareja de forma
conveniente, a constituir una familia y a educar como padres o madres a sus hijos, tal
como asevera Megna (2014, citado por Rafael, 2021).
Con el enfoque de la educación integral de la sexualidad, se logra fortalecer el respeto
hacia el otro, al considerar y aceptar aquellas características, actitudes y reacciones del
hombre hacia la mujer y viceversa. Igualmente, aumenta la tolerancia a las opiniones,
ideas, creencias y costumbres, valorando por igual a hombres y mujeres. Ante estos
casos se evidencia la necesidad de gestionar programas educativos orientados a
minimizar las conductas abusivas, erradas e inadecuadas relacionadas con el género
(Radi y Pagani, 2021).
Así la actuación consciente y responsable del ser humano en cualquier esfera de su
vida y en lo sexual en particular, como refiere Roca (2015, citado por Mosqueda, 2020)
está en dependencia del grado de preparación sistemática recibida por este a través de
la formación de su personalidad. Solo en la medida en que se pertreche a los
educandos de una sólida información científica, que propicie al mismo tiempo la
interiorización de firmes valores morales, se puede garantizar que se formen los
sentimientos de responsabilidad, que actúen con pleno conocimiento del alcance de sus
actos, valorando la certeza de estos, que sean capaces, a fin de cuentas, de
autorregular y autodeterminar conscientemente su vida sexual.
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