Recubrimientos comestibles: una alternativa para la conservación de frutas
Josselyn Paulina Pico Poma
Diego Abelardo Sarabia Guevara
Evelyn Alejandra Vargas Peralvo
Volumen: 15
Número: 4
Recepción: 06/07/2023 Aprobado: 07/10/2023
transporte, entre otros (León et al., 2021). Esto se traduce en un corto período de
almacenamiento.
Para evitar o minimizar los efectos adversos de los factores citados y prolongar la vida
poscosecha de los productos hortofrutícolas se han implementado diferentes
tecnologías. Entre ellas, el almacenamiento a bajas temperaturas, aplicación de
radiaciones gamma y ultravioleta, el control biológico, la conservación por atmósfera
controlada, la utilización de empaques plásticos, el uso de películas y la aplicación de
recubrimientos comestibles (León et al., 2021).
En este sentido, la infraestructura es fundamental a lo largo de todo el proceso. Una
infraestructura apropiada puede aumentar la cantidad y la calidad de los alimentos
disponibles, en particular de los perecederos como las frutas (FAO, FIDA, OMS, PMA y
UNICEF, 2022); con efecto en la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos,
de las pérdidas económicas y de la presión sobre el medio ambiente, además de
fomentar la resiliencia en un contexto de cambio climático (Banco Asiático de
Desarrollo, 2019; ONU-Nutrición, 2021).
En países donde las pérdidas poscosecha son muy elevadas, las referidas bases
infraestructurales revisten especial importancia (Banco Asiático de Desarrollo, 2019).
Para encarar esas dificultades se desarrollan inversiones en riego, carreteras,
tecnologías de almacenamiento, preservación de alimentos con bajos insumos (como el
secado solar) y la refrigeración y la electricidad sostenibles (Banco Mundial, 2021).
Las causas predominantes de las pérdidas poscosecha de productos hortofrutícolas
son diversas. En países ricos, los hábitos del consumidor obedecen a los altos
estándares de calidad fijados y obligatorios en centros de abastecimiento y consumo, lo
que ocasiona sean desechadas frutas aún consumibles, pero que no cumplen con los
criterios de apariencia como forma, color y peso, y que ostentan un periodo de vida de
anaquel estrecho (grado de inmediatez de la fecha de caducidad). En países de bajos
ingresos, se deben a limitaciones financieras y tecnológicas como las técnicas de
cosecha, almacenamiento, infraestructura y envío (Aguilar et al., 2020). El impacto de
estas manifestaciones en la seguridad alimenticia es indiscutible.
En el entorno actual, que ha puesto de relieve nuevamente las fragilidades de los
sistemas agroalimentarios, la disponibilidad per cápita de frutas y hortalizas descendió
en todas las regiones. Las frutas y las hortalizas son alimentos de prioridad alta, lo que
revaloriza la significación de ese hecho; son de las principales fuentes de fibra dietética,
vitaminas esenciales y minerales (Bell et al., 2020).
Las tendencias de investigación e innovación en relación con el manejo poscosecha de
frutas y hortalizas se centran en técnicas amigables con el medio ambiente. La
utilización de materiales naturales y la garantía de una elevada calidad sensorial del
producto se colocan entre las exigencias actuales; en coherencia, se hace énfasis en
los recubrimientos comestibles aplicados sobre frutas y hortalizas, para extender su
vida de anaquel y ofertar productos de apariencia fresca, buena calidad y libres de
patógenos (Mora et al., 2021). Los recubrimientos comestibles se perfilan como una de
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