La ética en las redes sociales
Arianna Carrazana Liriano
Volumen: 15
Recepción: 26/11/2021
Número: 2
Aprobado: 08/02/2023
en que la educación universitaria no es obligatoria sino voluntaria se coloca una alta carga
de responsabilidad en quienes deciden asumir este reto.
“Es en la etapa juvenil donde los valores pasan a formar parte de la subjetividad del sujeto
al mismo tiempo que éste desarrolla autonomía en su carácter y toma de decisiones”
(Lopez, s/f, pp. 9-10). De ahí que la formación en valores en la etapa universitaria sea
primordial. Aunque la misma está condicionada por la sociedad y la época en que se vive,
así como las condiciones específicas de cada sujeto, los centros docentes, de todos los
niveles de enseñanza, se proponen planificadamente la formación moral de los
estudiantes. “Por supuesto, su efectividad estará dada en la misma medida en que estos
no permanezcan al nivel de los conocimientos, sino cuando sean capaces de hacer surgir
en el joven la necesidad de actuar conforme a dichos valores” (Lopez, s/f, pp. 9-10).
El mismo autor a continuación aclara que la formación de valores está condicionada por
el marco de referencia moral y cultural en que se inserta el sujeto y habría que añadir que
también es resultado de las transformaciones que su marco social sufre. En
correspondencia con los cambios materiales sufridos en la sociedad ocurren también
cambios espirituales, incluidos cambios en el marco de referencia moral y la cultura moral
que posee una sociedad determinada.
Por eso, resulta medular entrenar la conducta humana. Ello le permitiría al hombre
conocer con claridad hacia dónde dirigir su empeño y bregar diarios, conduciéndolo a
disminuir los efectos negativos de la vida que se expresan cotidianamente, y aumentar
sus aspectos positivos. (Lopez, s/f, p. 20)
Siguiendo la lógica de Lopez, se explica por qué en todos los niveles de enseñanza se
va ampliando y profundizando la formación en valores de niños, adolescentes y jóvenes.
Se trata de un proceso que busca formar ciudadanos responsables a la par que individuos
cultos y educados. Es en la universidad donde este proceso encuentra su culminación en
el área docente, cuando el sujeto ya posee unos sentimientos y valores que regulan su
comportamiento. Se trata entonces de afianzarlos, fortalecerlos y lograr que los mismos
no queden en el plano teórico, sino que se forma una cultura de la conducta que constituye
un espacio donde se vincula dialécticamente lo social y lo privado, lo universal y lo local,
lo moral y lo cognoscitivo. (Lopez, s/f, p. 21)
De las aulas universitarias debe salir un sujeto capaz de ser responsable para consigo
mismo, sino de demostrar responsabilidad en el ámbito público.
Toda la sociedad está llena de ejemplos donde la responsabilidad es indispensable para
la convivencia. Desde cumplir con las leyes hasta la actuación en lugares públicos y
centros de trabajo. Pero la responsabilidad es más que cumplir con lo normado, la primera
(esencial) responsabilidad a que se enfrenta el hombre es aquella que asume ante sí
mismo, ante su propio actuar y sus consecuencias. Esto solo puede ser resultado de
haber asumido una cultura de la conducta profundamente moral. Los responsables de los
espacios formativos tienen que ser conscientes de las “…relaciones contradictorias del
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