Martí sobre la raza y el racismo. Apuntes reflexivos
Ariagna Alamo Vega
Jessica Mackenzie Cabrera
María de los Ángeles Ávila Alamo
Volumen: 15
Recepción: 21//03/2022
Número: 2
Aprobado: 19/09/2022
Este proceso no fue expedito, sino resistido, enfrentado por numerosas voces como la
de Aponte, Varela y Saco, entre otros, quienes vieron en el esclavismo y la
discriminación racial un mal abominable y una sobredosis de humillación. Un momento
importante lo podemos ubicar en las guerras de 1868 y 1895, proceso donde negros,
blancos y mulatos devienen sujetos históricos de la independencia y forjadores
mancomunados de la nacionalidad y la nación cubanas.
Con la intervención norteamericana en 1898 y el establecimiento de la seudorrepública,
como antes, aunque con nuevos matices, el color de la piel seguirá siendo en la etapa
neocolonial reflejo de pobreza, marginalidad y represión, afirmándose en las ideologías,
la psicología y las prácticas cotidianas.
El año 1959, el triunfo de la revolución cubana que, como toda obra humana, no es
perfecta, ni infalible, pero sí humanista y dignificadora, desde los primeros momentos
introdujo cambios sustanciales en la vida social de los cubanos, haciendo desaparecer
y/o atenuar muchas de las condiciones que favorecían este fenómeno. Por primera vez
en la historia del país se enlazaron derechos económicos, sociales, políticos y
culturales, al alcance real de los sectores populares más vulnerables, compuestos, en
su gran mayoría por negros y mestizos.
Sobre la base étnica del pueblo cubano, se desarrolló un sostenido proceso de
educación y aprendizaje popular masivo, cuyos efectos culturales desempeñarán un
papel esencial en la creación de las premisas éticas necesarias para enfrentar las
diferentes formas de discriminación humana que prevalecían en la sociedad.
Sin embargo, la lucha contra el racismo resultó ser mucho más difícil de lo que pudo
parecer, era un espectro de la marginalidad heredada y sus prejuicios. Hoy resulta
evidente que no bastaba con desplegar políticas sociales igualitarias si los puntos de
partida no eran los mismos para hacer uso de las oportunidades que la Revolución
ofrecía a sus ciudadanos en materia de educación, empleo y promoción política, por
solo citar algunos.
En Cuba, de forma general, los prejuicios raciales no revisten la forma de odio al negro
ni al blanco, los elevados niveles de mestizaje, convivencia sin distingos de en los
barrios, colectivos de trabajo y en la inmensa mayoría da las familias cubanas, aunque
nunca será suficiente insistir en el criterio de igualdad, entendido comunidad en la
diversidad.
Otra situación que vino a agravar esta problemática lo constituyó el hecho de haber
convertido el tema racial en un tema tabú, así como la manera triunfalista en que la
misma se abordó durante décadas. Es oportuno señalar que este tema fue abordado
por el compañero Fidel durante la Batalla de Ideas, ocasión en que se le concedió una
importancia estratégica a su solución y asintió que estuvo presente de manera tácita y/o
explícita en la mayoría de las tareas que se concibieron, en particular, en las
encaminadas a la lucha contra la marginalidad y las desigualdades sociales.
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