Caracterización del abuso sexual en féminas menores de edad. Las Tunas 2019-2020
Eliani Angelina Gómez Velázquez
Alba Reyes Castellanos
Darién Moisés Otero González
Volumen: 14
Número: 4
Recepción: 08/05/2022 Aprobado: 27/09/2022
La investigación del abuso sexual contra las niñas es compleja ya que sigue siendo un
tabú y es difícil de revelar en muchos entornos. Los retos metodológicos incluyen, por
ejemplo, la variación de las definiciones de lo que constituye “abuso” y lo que se
considera “niñez” y la cuestión de si se deben tener en cuenta las diferencias de edad o
de poder entre víctima y victimario.
En una revisión de las investigaciones efectuado por la OMS en el 2004, se calculó que
la prevalencia mundial de victimización sexual en la niñez era de alrededor de 27%
entre niñas y de aproximadamente 14% entre niños varones. Más específicamente, esa
revisión encontró que la prevalencia media de abuso sexual en la niñez informada por
mujeres era de alrededor de 7% a 8% en estudios realizados en América del Sur,
América Central y el Caribe.
En América Latina, Colombia es el país con mayor informe de casos de delito sexual.
En el año 2015 el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INML y
CF), realizó 11,508 dictámenes sexológicos y para el año 2018 esta cifra aumentó a
14,2399, de los cuales cerca de 50% de casos correspondían al rango entre 10 y 14
años de edad (Díaz, Oquendo y Batista, 2018).
El abuso sexual en la infancia es un fenómeno invisible porque se supone que la
infancia es feliz, que la familia es protectora y que las relaciones sexuales no existen en
esa fase de la vida. Sin embargo, el abuso sexual infantil puede llegar a afectar a un
15%-20% de la población (a un 4%-8% en un sentido estricto), lo que supone un
problema social importante y que afecta a uno y otro sexo (especialmente niñas). Los
menores no son, sin embargo, solo víctimas de las agresiones sexuales, sino que
también pueden ser agresores. De hecho, el 20% de este tipo de delitos está causado
por otros menores (Arias, Otero y Hernández, 2021).
Es importante tener factores de protección que permitan evitar el abuso sexual infantil.
La presencia de factores de protección en los niños y adolescentes depende sobre todo
de los factores ambientales: calidad de los vínculos, de los cuidados y del apego en los
primeros años de vida (Arias, Vivas y Montoya, 2019; Dussert y otros, 2017).
Las niñas abusadas sexualmente pueden desarrollar conductas sexuales inapropiadas
tales como evitación, inhibición y dificultades de identidad sexual, o, por el contrario,
hipersexualidad; es importante resaltar que los abusos sexuales suceden,
independientemente de clase social, nivel socioeconómico, raza, etnia y religión. La
mayoría de los agresores, de acuerdo con los autores, son heterosexuales y tienen
relaciones sexuales con adultos, manteniendo características como proximidad, afecto
y confianza con el menor (Dussert y otros, 2017).
Las instituciones educativas también juegan un papel importante en el tema, pues
deben facilitar el acceso a la educación, garantizando que esta sea pertinente y de
calidad, además de tener espacios en los que se les permita a los estudiantes la
participación en la gestión académica, espacios de comunicación entre la familia y el
centro educativo (Vrolijk, Brilleslijper, Benninga, Lindauer y Teeuw, 2018).
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